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Categoría: Cuentos
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La colonia agrícola de Noetinger se había alborotado, ese año, 1916, al trigo emparvado, lo trillaría gente de General Roca con una maquina trilladora Hoffherr Schrantz, austríaca, impulsada por un humeante tractor Clayton, a vapor.

El suizo, Herr Félix Bur, maquinista hábil como ninguno, conocido como Huevo de Tero, por las pecas que no podían ocultar sus bigotazos alazanes, era el führer, (1) se descolgó del tractor en movimiento en la tranquera del escritorio de la estancia, el Helfer (2) y varios de sus junge (3) siguieron para montar su campamento meta pito y sirena acortejados por colonos eufóricos, mujeres deslumbradas, niños asustados y animales domésticos desbandados.

El sistema de trilla con la yegua pisoteando el cereal y el venteo a horquilla había por fin, terminado para siempre, una tortura menos para los sufridos colonos.

Era costumbre, respetada por el maquinista jefe, presentar los respetos al mayordomo cuando se llegaba a la estancia, éste ni se movió de su sillón preferido, el atardecer disparaba la excusa innecesaria para empezar la ronda del whisky, hasta caer dormido, huyendo de los remordimientos hacia la medianoche.

Encontraba el mayordomo en el fondo de las botellas, alejarse de sus perversos éxitos militares y repetidos fracasos humanos. Le faltaban a sabiendas 39 vagonjaula de capones, los había malvendido al frigorífico de Rosario, para pagar personales deudas de juego, bajos placeres y favores policiales.

Los capones, estarían enlatados sus cortes inferiores en las trincheras barrosas del Lo en Bélgica como ración de combatiente y las lenguas hervidas en sus estañadas latas, en las mejores mesas de Londres o Calcuta, pero ni su embarque ni su cobro estaba asentado en los libros de Administración de la estancia.

Durante 12 años la falta fue creciendo hasta llegar a oídos del Administrador en Buenos Aires, que si bien conocía los antecedentes de su Mayordomo, hizo malabares para desorientar a los auditores externos, contratados por un grupo minoritario de accionistas en Londres, y dio vista a los abogados de la Compañía, hábiles acosadores del Parlamento Argentino, que eran los mismos del Frigorífico, de los exportadores de granos y carnes, del Ferrocarril Central Argentino, de la Compañía General de Tierras, de los importadores de maquinarias y equipos durante 30 años sin impuestos según la prebendaria concesión al ferrocarril, todos  dóciles pinochos del titiritero mayor del planeta en esos años, el Ministerio Británico de Colonias.

 Los del buffet de abogados apoderados, tenían instrucciones de Londres de preservar el honor británico a toda costa, lo robado había quedado en familia, y los colonos no debían saber que a la estancia se la podía robar impunemente, el culpable sería inmediatamente reincorporado al Royal Army (4) de donde provenía.

Necesitaban entonces, plena Primera Guerra Mundial, de veteranos instructores en inteligencia militar para frenar a los del imperio austro-húngaro en Francia e Italia que ocupaban tierras como para quedárselas, congraciándose con los hijos de los invadidos regalándoles chocolates.(Testimonio verbal de Don Santo Macorito 1908-1995, friulano nacido en San Danielle. Friuli Italia, vecino de Fisherton Rosario Arg.)

Para derivar la atención decidieron mandar a matar a todos los perros, cimarrones o no de la estancia y adyacencias, a quienes se los declaraba oficialmente culpables de la falta de los capones,  escondían los cuscos  los del pueblo ante el Nuevo Herodes sajón.

En cuanto al Mayordomo se repetía lo que había pasado en Orange, Sudáfrica, después de servir tres años de 1899 a 1902 contra los boers, (los colonos holandeses que tenían tres siglos viviendo como país independiente hasta de la mismísima Holanda)había sido condecorado por espiar y matar colonos holandeses, pero debió asumir la culpa de sus excesos por la falta de unos diamantes y aceptar a regañadientes y como mal menor venir a Argentina donde espiaría emboscado en un puesto oscuro de mayordomo de estancia, para prevenir cualquier probable rebelión de los explotados colonos, lo que pasaría apenas unos años después, en la llamada Patagonia Rebelde y en el Grito de Alcorta, hechos denunciados por el fiscal del pueblo Don Raúl Scalabrini Ortiz y cantada  por el gran poeta santafecino Don José Pedroni, era un lobo con piel de cordero, un especialista en inteligencia militar puesto a inocente Mayordomo.

Las precauciones no eran vanas, el Reino Unido había logrado en un país ajeno e independiente, establecer un feudo medieval a su gusto y antojo, Europa conocía la rebelión sangrienta de labriegos medievales explotados en carne propia, en Flandes en 1325 al 28, en Francia en 1357 y en Inglaterra en 1381. (5)

Su nuevo destino, ir a la guerra europea, le solucionaría su problema existencial, allí podría matar y robar impunemente y disfrutar con ello día por día, claro, y él bien lo sabia, ahora tendría que mostrar sus uñas de depredador , si acaso las tenía, los muchachos del Kaiser Whillheim no eran simples labriegos puestos a combatientes fáciles de espiar, eran de su mismísima bastarda laya, colonialistas insaciables.

Por estar castigado no pudo comunicarse con su conocido Thomas E. Lawrence, (1869-1935) oficial de Estado Mayor en Egipto, Lawrence de Arabia según él lo necesitaría para levantar a los árabes contra los turcos.

-En el campo argentino-, pensaba:- estaba desaprovechado, en esta estancia el cerrojo sobre los colonos era tan perfecto que por mas que apriete nunca se cortará el bulón, y dado los distintos orígenes de estos labriegos y la reciente llegada de los mismos, era fácil explotarlos por ser demasiado individualistas, casi sólo sembrando inquinas nacionales y hasta regionales dentro de un mismo país, cosa que no pasaba con los Boers, que eran todos del mismo pelo, y hacía casi tres siglos que estaban en el África.

Él se sabía peligroso, incontrolable hasta para él mismo,  porque cuando se aburría se daba a los excesos y cometía el pecado capital de la comunidad británica, pretender gastar por su cuenta las libras del rey.

Cortó estos pensamientos cuando sintió el pedido de permiso del suizo Herr Félix, quién muy quedo con el birrete emplumado en el pecho, después de emprolijarse sus bigotazos, pidió permiso  con una casi estudiada reverencia.

Sin contestar el saludo, el Mayordomo ordenó:
-    Herr Félix, usted y su gente, son realmente buenos cazadores?-
-  Ja, sí, Míster Norman, yo compito en el campeonato argentino de tiro al pichón, mi hermano le ganó a los tiradores suizos de Helvecia y mí.....
-    Stop, llévese esa escopeta Winchester y mande a buscar la munición, quiero orejas de perros, o de lo que sea, en dos días vendrá Míster John, vendrá de Bs.As. --Traiga todas las que pueda traer.-

Sabía el galés, por su sádico oficio, que un suizo, jamás despreciaría en un primer momento una escopeta y varios miles de cartuchos.

En su campamento, los suizos con la escopeta a repetición de cinco tiros, calibre 10, primero se maravillaron porque no la conocían, luego en su dialecto cuasi alemán concluyeron:
  1. Que ellos eran tiradores suizos, no mataperros inocentes.
  2. Que no era arma de caza, sino de guerra, por la montura para bayoneta y sobre todo con los ocho balines que tenían los cartuchos retacones amarillos, que si bien podían andar bien para el pato, ganso, cisne, chajá, liebre, iguana, mara, guazuncho, pecarí, carpincho, yacaré, chancho del monte, guanaco o puma, era inferior a cualquier Bayard, Krupp, Beretta o  Victor Sarrasquieta de dos caños, con distinto choque, y la sentían  demasiado pesada, para cargarla todo un día de caza en una laguna.
Para corroborar lo expresado, tiraron más de 200 tiros esa noche a los murciélagos que desalojaron de un galpón viejo.

Al otro día lloviznaba, no se trillaría....¿ y qué mejor que hacer unos tiros a las palomas?.

Los suizos habían hecho buenas migas con un muchachito de 12 años, hijo de colonos Canarios, que se ofreció enseguida como aprendiz de maquinista, fue aceptado entre guiños  picaros y su primer tarea fue conseguir dos bolsas maicera con palomas vivas, con la promesa de que participaría en el torneo de tiro al pichón.

Las había conseguido en secreto del palomar de la chacra de los italianos Bianucci, pretendientes de sus hermanas.

Su pare, Don Juan el Canario, de la chacra Sansofé (6) no le habría permitido hacerlo, le había enseñado a cazar perdices y martinetas a caballo con látigo y con lacitos de crin de caballo, pero sólo las necesarias para comer, ya lo había apercibido cuando lo sorprendió con los vascos franceses Pericet, embolsar perdices con el tonlé (7)

Alfonsito Jiménez Henríquez fue compadecido por su mare, cuando lo encontró fregándose con palán-palán, aloé vera, grasa de iguana y de potro, su hombro derecho amoratado hasta el esternón y el vacío por las patadas de la Winchester.

Herr Félix, sus muchachos y Alfonsito, estuvieron tres días de llovizna lastrando las palomas, y luego ante la carencia siguieron con el encargo, con las liebres que retozaban agradecidas de su buena vida, hasta ese momento, en un potrerazo como de 40 cuadras de alfalfa con avena que el mayordomo hacía sembrar solamente para sus pur-sang de carrera, que se ponían locos por los tiros acañonados de lo calibre 10.

Media bolsa de orejas de liebre, calculó el mayordomo, sería más que suficiente para dejar confundido y conforme al porteño auditor de la compañía.

La bolsa pestilente fue entreabierta entre sus piés salpicándole las lustradas polainas, los suizos y Alfonsito, expectantes, ansiosos, querían ver la cara pálida y afeitada del porteño ante los gusanos hediondos y sangrantes de las zumbonas  moscas verdes.

Pero era mal negocio comprar al Auditor, por tonto o desinformado, pertenecía a una tropilla de  ligeros que sabían nutrirse y pelechar a costa de la necesidad, ignorancia y bonomía de los desprevenidos colonos o de quien se le cruce, particular, país o continente si bien este hombre estaba hecho a la ciudad, corría en cualquier terreno, con malas artes, siempre.

No simpatizaba con nadie el Auditor, animal o cristiano, pero para su conveniencia negociaba hasta con el enemigo, odiaba a un perro carroñero, guardián del casco, porque esa noche lo había desconocido y querido morder, si bien había ordenado que lo ahorquen apenas el se vaya con un alambre de una cumbrera, lo hizo traer al cachorrón de bulldog del casco de la estancia, quien mordió todas las orejas que pudo y se refugió bajo una chata bolsera a degustar la basofia.

Ante el hecho, el Auditor contable, tomó una pose doctoral, y gozando con ello, verdugueó de palabra:
-    Señores, yo he cazado zorras en Sussex , Kent y York, los perros de raza beagle, olfatean, corren y acorralan a la zorra, pero una vez muerta , no la comen generalmente, ¿por qué? pensarán Uds, campesinos,
-    ¡ Porque es un cánido, y aseveró triunfal el viejo adagio
-     – perro no come perro!! – y ya siguió  gritando:
-     ¡¡Quiero una explicación por escrito, ya mismo Míster Norman, de los capones faltantes, y usted Herr Bur, deberá responder en la comisaría del pueblo, por el uso indebido de la escopeta, los cartuchos Winchester desperdiciados, las manchas en la funda del arma de piel de antílope africano, los animales dueños de las orejas, propiedad de la estancia, y los riesgos corridos por los carneros Correydale padres de la cabaña en medio de tanto tiro!!!,
-    y usted mocito,- le dijo a Alfonso-, le voy a decir a su padre don Juan el Canario, que lo enjaule, para que no ande a los saltos y alcagueteando , cagando la lechuga y a los gritos, como el tero comebichos de la quinta........

Pero como la inconciencia sin ciencia, se apoya a veces en la vana suficiencia de la inocencia, Alfonsito, tomó coraje del terror de verse acotado y afirmándose en la precisión de la lengua materna, insólita para la Babel monosilábica que era la colonia chacarera, expectó imitando el carraspeo y la dicción de su pare. :
-    Permítame respetuosamente explicarle Míster John, el bulldog cachorrón es muy ñato y todavía no tiene olfato, si casi se lo come a usted, por desconocerlo, déjeme probar con cualquier otro perro, y salió corriendo hacia los caniles. El Mayordomo, antes que el Auditor dijese que no, entendió la jugada, y le gritó:
-     ¡ Eso, también tráeme la escopeta y la funda!.

 Alfonso, soltó de su canil a un perro feroz que estaba encerrado de día por sanguinario y peleador, y lo primero que hizo la bestia fue avalanzarse sobre el bulldog, y allá fueron todos a separarlos, unos a riesgo de ser mordidos y otros gozosos  del brutal espectáculo, en esa confusión, Alfonsito descargó en la bolsa de las orejas la bosta de perro que traía en su boina y en la funda de la escopeta, recogida no sin asco en el canil.

El bulldog, quizás por cachorro, cedió rápidamente al veterano bullterrier, ganador de cruentos  combates, la atención del grupo volvió entonces sobre la bolsa con orejas, casi podridas.

El bullterrier, olfateó las orejas y sus propias heces, jadeando todavía, retrocedió babeando como con asco y partió a perseguir a su vencido que lo toreaba dolorido desde lejos.

  -¿Vio Míster, que un perro con buen hocico no las come?,  no se lleve por el muerdepatrones ese del ñato Chueco de mierda, que no sé para qué lo tiene, capaz que ese también se comió los borregos.

Desconcertado por la elocuencia y la evidencia, el Auditorcontable los maldijo a todos en voz no muy baja y pidió que lo llevaran en seguida al hotel del pueblo, unos gusanitos blancos coqueteaban enamorados de  los cordones de sus polainas

Los maquinistas festejaron la continuidad del trabajo, Herr Félix Bur, con su hijo Jorge,y su nieto Hugo, adornaron la boina maloliente de Alfonsito con una pluma cedida en disconformidad por un gallo de riña jubilado, le hizo un sanvich de queso, salchichón y pan negro para acompañar al abundante escabeche de liebres, y lo nombró Junge Tirador Suizo.

El Mayordomo no había sido invitado, estaba picadazo en el escritorio, no entendía y hasta maldecía la simple alegría de esos para él, poco más que bestias de trabajo. Preparaba su equipaje de partida, le sobraba un baúl repleto de armas de los Boers, se los regalaría a cualquier colono, para dejarlo complicado con todo lo que faltaba en la estancia.

Mascullaba que así se les bajaría el copete a esos colonos porfiados que en doce años no había podido doblegar su orgullo de labriegos, hacedores de vida, a pesar de ser esquilmados, seguían produciendo cada vez más y mejor.

Casi tambaleándose, hizo llamar a Herr Félix, y le ordenó:  -
- Lleve a Alfonsito y a este baúl a la chacra de Juan el Canario, diga que se lo regala la estancia, como premio a la inteligencia de su hijo.
 -Alfonsito lloraba de alegría, a los gritos llamaba a su pare, doña Julia le estaba poniendo azúcar en una herida que le había hecho un chicotazo, arreglando un alambrado roto por un padrillo de la estancia.

Ante semejante cuadro, don Juan el Canario, le dijo muy quedo a su mujer:

- Dígame Julia, ¿que dice en el baúl?,.... con dificultad Julia leyó
:
Sargent Major Archívald Norman
6th Reg. Queens Wells Shutter--Diplomatic BagageRoyal Foreing OfficeU.K
-Pretoria – Transval – Capetown – Baires – Rosario S.F. Noetinger FCCA-

- Chacho, que le tengo dicho a usted, que no traiga gabiot (8) a las casas. Esas armas están sucias.
-    No importa pare, yo se las baqueteo y lustro a tod, ¿y...?  
-    ¡¡¡¡Usted vá y las devuelve ahora mismo!!!!
-    La vagoneta de Herr Felix volvía silenciosa a la estancia, Alfonsito hacia pucheros y se tragaba los mocos acompasando el roce de la guarnición del aburrido matungo, Huguito Bur, que había espiado lo que contenía el baúl, palmeaba cariñosamente al muchachito en la espalda, no sin lamentar no poder disponer del arsenal aunque mas no sea para joder los días de lluvia.. 
-    Escúseme, Míster, mi pare me manda a devolver el baúl...no lo acepta

Norman que ya estaba en su loco mundo del alcohol violento, de una patada lo tumbó, rodaron toda una colección de armas Webley & Scott y holandesas de varias marcas.

-    El orgulloso de tu padre es español, no?
-    Sí, Míster, Canario, de las Palmas de Gran Canaria, pago de Tamaraceite, de donde son los mejores agricultores del mundo.. dicen..
-    Con lo que vale este baúl, se vuelven todos a Canarias, con plata en el bolsillo como para comprar una finca, y dejan de renegar aquí, en esta mierda...
-    Usted no lo conoce, Míster, no afloja ni abajo el agua.....y dice........ que capaz que a usted le servirán en la guerra,-- inventó nervioso y salió corriendo.
-    Yo necesito sólo éste-,
-     y eligió un flamante revólver Webley & Scott 455, con el que esa medianoche, mientras algunos sencillos colonos se abrazaban a sus mujeres confundiendo  placenteros quejidos con los chirridos estridentes del molino para no despertar los niños y muchos otros, rendidos del bestial cansancio soñaban con la lluvia y  la cosecha...., él, el autoproclamado semidiós de la intriga y de la guerra, llorando desconsolado, pidiéndose piedad......... se voló la cabeza.


Normando V. Gimenez



1.-Conductor, en alemán.
2.-Ayudante en alemán
3.-Muchachos en suizo-alemán
4.-Ejército británico
5.-Véase Henry Pirenne, Historia Económica y Social de la Edad Media Bs. As 1955, págs141/142/143
6.- Sansofé, Bienvenido en lengua original guanche canaria
7.-del Francés, tonlör, cazar perdices con red
8.- Gaviot, en lengua Canaria original guanche, espíritu del mal, lo maligno.
(5) gabiot: Espíritu del mal, en lengua wanche, originaria de Las Palmas de Gran Canaria