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Me voy  querida tierra de los barrancos y de las palmas
Ya no te preñaré con mi sudor
Ni me parirás en plátanos y dátiles
Seré en más, como tantos platanillos pintones
Que cargados en vapores
Buscan madurar navegando en tierras lejanas

Me voy  mi Tamaraceite
Los huesos  preciosos de mis ancestros labriegos
Cuídamelos hasta la vuelta
Si necesitas de mi sangre que es la tuya
Volveré con boina calada y faja nueva,
Navaja y pistola presta al cinto.

Pero sabes, mi Tamaraceite
Yo te devolveré la vida si es que me lo pides
mas, al no poder empelechar con mi sudor
como buen Canario,
 a volar mas allá del horizonte, detrás del sol
me tientan con promesas de tierra virgen propia.

Recuérdame Tamaraceite, yo no te olvidaré
Reclámame, insisto, si de mí necesitas,
Te juro ante la Cruz de nuestra Ermita,
 si fracaso o muero en este desvarío
Algún día vendrá mi sangre renovada
A besarla, triunfante, en el nombre mío.



Normando V. Giménez
Rosario, Argentina, 2 se Noviembre de 2004.
Poema sentido cuando oraba en la Ermita, en 1986 por Juan Bautista Jiménez Martel, nacido en Tamaraceite Las Palmas de Gran Canaria en 1869  y escrito si hubiese sabido hacerlo.

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