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El lunes día 5 de mayo de 2008, a las 20:30 horas, tuvo lugar el Pregón de la Fiestas de La Galera, a cargo de Juan Francisco Santana Domínguez, miembro de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y del Municipio de San Lorenzo, Doctor en Historia. VER FOTOS del evento.

Se habló del topónimo del mal llamado término de la Galera, ya que el paso del tiempo y la tradición oral han desvirtuado su primitivo nombre de las Caleras de Tamaraceite. A continuación se incorpora un trabajo que trata de este lugar de La Galera y que desde hace tiempo se puede leer en esta página web.

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Varios hornos de cal, posiblemente parecidos a éste, se erigieron en este lugar ya desde el siglo XVI. Fotografía del autor del trabajo.

Desde los comienzos del siglo XVI la cal era una de las principales explotaciones del Lugarejo y sus alrededores, y así posiblemente el primer horno de cal, en los alrededores de Tamaraceite, fuera el de Juan Barrial que ya lo había construido en el año 1522, empleándolo en el negocio de la transformación de las piedras de cal. Allí acudían diversos personajes a hornear la blanca piedra; otros como Juan Ramírez se dedicaban a cortar y a traer la leña necesaria para llevar a cabo las hornadas en el mencionado horno, con lo que nos podemos imaginar el gran deterioro y la tala exhaustiva que se producía en los bosques más cercanos, debido a la gran cantidad de madera que necesitaban tanto estos hornos como los cercanos ingenios azucareros que se encontraban en Tenoya.

Aquella cal era un negocio rentable porque era de especial necesidad para encalar las casas, además de su uso higiénico y así vemos como el 19 de diciembre del mismo año, Gonzalo López había vendido al Bachiller Fernando Ortiz y a Alonso de Illescas sesenta cahíces de cal a 160 maravedís la unidad, dando la mitad de la ganancia a Juan de Godoy. Con ello acordaban hacer un horno de cal en Tamaraceite, en donde el mencionado Juan de Godoy se obligaba a poner toda la piedra necesaria y Gonzalo López la leña que hiciera falta para quemarla, compartiendo por igual tanto los gastos como los beneficios.

El 31 de octubre del año 1560 Juan Fernández, calero, hacía una venta a Juan Alarcón, boticario, y a Melchor de Castro por valor de 50 doblas de oro “... de la parte que le toca en la producción del horno de cal que ha hecho en las Caleras de Tamaraceite, en compañía a partes iguales con el dicho Juan de Alarcón, con Francisca Núñez, mujer que fue de Francisco Navarro, y con Alonso Ortiz. El horno se encenderá mañana, día de Todos los Santos”.

Este último documento nos muestra que el topónimo actual de La Galera de Tamaraceite era ni más ni menos que las Caleras de aquel entonces, transformando el nombre primitivo la transmisión oral y el paso del tiempo.

A lo largo del siglo XVII se siguió denominando Las Caleras, como se ha podido apreciar en los diversos documentos consultados, sirva de ejemplo uno del año 1676, en donde el matrimonio compuesto por Bartolomé Gil e Isabel Ortiz tenían dos fanegadas de tierra “...de pan sembrar en Tamarasayte, donde dicen Las Caleras, lindan por una parte vereda que va de este Barranco al Camino Real de la Ciudad y por otro tierras nuestras y por el otro D. Antonio de Carvajal”.

En el siglo XVIII, ya en el año 1705, se habla del Lomo de la Galera y del Lomo de Galeras. El negocio de la cal seguía explotándose en Tamarasayte y encontramos como Juan de Candelaria, vecino del mencionado lugar, debía a Francisco Naranjo de Quintana la cal que éste le tenía comprada. Desde comienzos del siglo ya el nombre originario se había perdido, comprobándolo de nuevo en el año 1749, en un documento de la Capellanía que había fundado el canónigo D. Luís Rodríguez, sobre sus bienes “...en el pago de Tamaraseite que llaman La Galera”.

Ya en los últimos años de siglo, concretamente en 1791, el Licenciado D. José Romero de Franquis, clérigo presbítero vecino de la Ciudad, arrendaba a Andrés Cabrera, vecino de San Lorenzo de Tamaraseite, por espacio de tres años, tres suertes que pertenecían a su Capellanía y que estaban situadas en aquel pago, una llamada la Hoya de Galeras y otras dos más pequeñas tras la Montañeta de Tamaraseite.

En el año 1891 se sacaban en pública subasta los bienes que habían pertenecido a D. José Rivero Cabrera, y en aquel momento eran de sus herederos, entre los cuales se encontraba una finca “...en donde dicen Galeras”, que lindaba por el naciente con tierras de Dª. Inés de Armas y de D. José Guinard, que antes habían pertenecido a D. José Díaz Caubín y a D. Esteban Bethencourt, y al sur limitaban con la carretera de Arucas. En este documento se nos da relación de algunos de los dueños que había tenido el pago de Galeras durante el siglo XIX.

En 1897 en un documento de la división en secciones del Municipio, en la 2ª sección, denominada Cuartel, se cita la Trasera de Galeras.

En el censo del año 1930 aparecen algunos pagos con una población de dos o tres habitantes, pero no se nombra a Galeras, con lo que podemos deducir que por aquellos momentos sólo se trataba de tierras sin asentamientos humanos estables, lo que contrasta con el considerable número de habitantes que hoy se encuentran asentados en este lugar.

El historiador tiene el deber de cuestionarse, de preguntarse, entre otras muchas cuestiones, sobre los topónimos del lugar que está estudiando, y yo siempre me pregunté ¿Qué hace el nombre de una galera en esta zona? La respuesta, al comienzo, fue un no comprendo como el nombre de este tipo de embarcación podía estar ligado a un territorio interior. Fruto de ese planteamiento inicial surgió con el tiempo el descubrimiento de su curioso origen. ¿Se debería recuperar el nombre original de Las Caleras? A mi entender sí deberíamos, al menos, hacer mención a su nombre original.

También se hablará de otras cuestiones relacionadas con este lugar, así como de la historia del Municipio de San Lorenzo como jurisdicción que engloba, entre otros lugares, a La Galera.

Un saludo a todas y todos los vecinos de La Galera y mi felicitación en sus fiestas.

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