Las noticias de la importancia ganadera de la zona nos llegan desde los primeros momentos de la Conquista. En el cantón de Atamarasaid y en tiempos del Gobernador Pedro de Algaba se hacía alusión a la riqueza ganadera “...de donde se traía mucho ganado”, y en otra documento se podía leer “...muchos días y meses pasaron, que no vinieron navíos de Castilla con provisiones...y con la necesidad salían dos veces cada semana algunos caballos con doscientos hombres al término de Tamarasaite, una legua y dos del Real, a buscar algún ganado y cortar palmitos, con que se iban entreteniendo, aunque el ganado era poco por haberlo alzado a las montañas”. En 1480, en tiempos del mismo Gobernador, se podía leer “...volviendo de Moia y habiendo llegado con mucha sed, después de pelear con el Guanarteme de Gáldar se retiraron y los castellanos recogieron gran presa de ganados, y muy alegres, llegando a los Llanos de Tamarazaite”.
A lo largo del siglo XVII se tienen muchos datos de diferentes propietarios de ganados de ovejas. Blas de Ojeda, vecino del Lugarejo de Tamaraceite en el año 1636, al igual que otros muchos vecinos tenía su yunta de bueyes y su potro, pero además era poseedor de 150 ovejas que tenía marcadas con su propia marca, evidentemente se trataba de un número considerable de ganado lanar, pero no será este el único caso y así en el año 1639 Luis Castillo, vecino de Tamarasaite, vendía toda la lana que darían sus ovejas el año siguiente a Felipe de Matos, vecino de la Ciudad, por lo que recibió 148 reales, a cambio hipotecaba todo su rebaño hasta que la operación se llevara a cabo. Las relaciones de San Lorenzo con la Capital serán siempre una constante a lo largo del tiempo.
En el año 1680 el vecino de Tamarasaite Baltasar Castellano aportaba a su matrimonio unas 80 ovejas, con lo que al trasquilarlas y vender su lana pudieron hacer un pago de 108 reales, que debían en concepto de diversas ropas y una bestia que habían comprado. Tres años después el poderoso y rico matrimonio formado por el labrador Francisco Rodríguez y María Rivera, vecinos de San Lorenzo en el Puerto de las Galgas, eran poseedores de otro rebaño de ovejas de 110 ejemplares, además del clásico caballo, yeguas y yunta de bueyes, a la muerte del citado matrimonio sus hijos y herederos se repartieron su considerable ganado y siguieron manteniéndolo, aunque evidentemente el número de ejemplares se dividió en dos lotes, uno para el labrador Melchor Rodríguez y otro para el matrimonio formado por Ana Rivera y por Francisco Naranjo de Quintana.
En el siglo XVIII, concretamente en el año 1754 y en el testamento de D. Juan Naranjo de Quintana, dejaba en el Puerto de las Galgas unas 90 ovejas, que cuidaban los ovejeros Luis Falcón y sus hermanos, este personaje tenía otras cantidades de ganado en diferentes lugares de la Isla, como por ejemplo en la zona de Gando.
En el año 1763 hubo una gran escasez de carne y desde el Gobierno de la Isla se acordó que todos los años, por el mes de enero, el Corregidor enviara unas circulares a todos los Alcaldes para que cada uno, en su jurisdicción, hiciera una cuantificación de todas las ovejas y también recogiera el nombre de sus dueños, notificándoles que habían de reservar cinco carneros por cada 100 ovejas que se tuvieran. Los expresados carneros debían llevarlos a las carnicerías los martes y los sábados, cuando les indicara el Alcalde y en caso de faltar la carne en las carnicerías, el Corregidor enviaría un Alguacil a por ella, todo a costa del Alcalde implicado.
Los pueblos que fueron obligados a llevar carne a la Ciudad fueron 15 y por San Lorenzo acudieron el Alcalde D. José Manuel Ponce y los Diputados Francisco Díaz y Antonio de Arencibia. La contribución de la carne debía comenzar desde el día primero de junio, comenzando a contribuir el Lugar de San Lorenzo seguido de La Aldea y Agüimes. Desde los primeros momentos, allá por la mitad del siglo XVII, el gobierno del Lugar de San Lorenzo gozó de una buena organización.
En aquellos momentos había en la Isla 19.335 ovejas, encabezando la lista el lugar de Telde con 3.287 ovejas, seguido de Gáldar con 3.096, Agüimes con 1.895, Teror con 1.650, San Lorenzo con 1.300, Moya con 1.222, continuando los otros lugares de la Isla, cerrando la lista Agaete que aportaba tan sólo 403 ovejas.
Una de las primeras cosas que llevó a cabo la Real Sociedad de Amigos del País, con el objeto de beneficiar a la agricultura de la Isla, fue nombrar Amigos Celadores en todos los Lugares, con el encargo de ejecutar eficazmente todo lo que se acordara en la Junta, principalmente animar, aconsejar y dirigir a los labradores para que los ganados no hicieran daño en las sementeras y viñas, persuadiendo a los dueños para que pusieran a pastores capaces y si no que fueran los Alcaldes los que solucionasen los problemas. Para el nombramiento se solicitó informe a los párrocos, con el fin de conseguir sujetos capaces que velaran por el bien común, y se suplicó en un oficio del día 11 de marzo de 1777 al Corregidor D. Ignacio Montalvo, que comunicara a los Alcaldes las órdenes para la mejora de la labranza y para que los ganados no la arruinasen. Se nombró celadores por San Lorenzo a D. José Ponce y a D. Claudio Ponce, pero aquellas buenas ideas no podían triunfar hasta que no se pusiese freno a los atropellos que llevaban a cabo los diferentes ganados. Después de diez años, el día 2 de julio de 1787, continuaban, sólo en el pago de Tamaraceite, ocho pastores que no cuidaban de que su ganado le ocasionara daños a los predios.
En 1781 los dueños y criadores de ganado de San Lorenzo: José González, Gregorio Arencibia, Domingo Suárez, José Arencibia y José Hernández, daban poder a los Procuradores para que les defendieran contra los culpables de robo de ganado y daños a los mismos. Otro de los problemas frecuentes era la introducción de los ganados en terrenos ajenos a comer los pastos.
El seis de mayo de 1790, José González, vecino de San Lorenzo, daba poder a los procuradores para que le ayudaran y defendieran por las denuncias que tenía presentadas contra varios vecinos de dicho Lugar, por haber estado introduciendo ganado en el Cortijo de San Gregorio, propiedad de D. Francisco Del Castillo, que tenía a su cargo. Es evidente que los vecinos más pobres de los alrededores que poseedores de ganado se introducían en aquellas fértiles tierras para poder pastar. A fines del siglo XVIII continuaban los acuerdos para mantener y cuidar el ganado a medias entre el propietario y los pastores, los acuerdos se hacen, en muchas ocasiones, entre vecinos de lugares bastante distantes, como ejemplo baste el de José González Travieso, vecino de Agüimes, que en el año 1790 da 97 ovejas a Francisco de Santa Ana, que era vecino de San Lorenzo, para beneficiarse a medias; o el otro caso en que María de Medina, vecina de San Lorenzo, daba a medias un hato de cabras a un cabrero del lugar de Tejeda.
Con las cabras sucedía lo mismo que con las ovejas pero evidentemente su número siempre fue menor, según se desprende de los datos que hemos encontrado, siempre entre 81 como número mayor de cabras y alrededor de 40 los que poseían el número menor, sin contabilizar aquellas familias que tenían un corto número de ellas, generalmente para abastecer a su concurrida prole.
Hay datos de los años 1859 y 1865, así como también de comienzos del sigo XIX del número de cabezas de ganado que habían en San Lorenzo. Lo primero que hay que destacar es que a comienzos del siglo XIX había más cantidad de cabezas de ganado que hacia la mitad de la centuria, no superando aquellas cifras de comienzos de siglo en varias clases de ganado, como podría ser en el de cerda y el lanar que vio disminuir su número de forma notable, en casi mil cabezas, sin embargo aumentó el vacuno y el mular, que fue el que experimentó un mayor aumento, multiplicando por 46 la cantidad inicial.
Con respecto a las fechas más cercanas hay que decir que es increíble que en sólo seis años, es decir entre los años 1859 y 1865, el número de cabezas de ganado cabrío se multiplicó por cuatro, triplicándose el de cerda y acercándose a esa cifra también el de vacuno, es notorio también el aumento del ganado mular que se fue a más del doble. A nivel particular hay que decir que el propietario que más cabezas de ganado tenía era el Conde de la Vega Grande y D. Fernando Lezcano que disponían de 120 ovejas cada uno de ellos, 104 tenía D. Manuel Apolinario y 100 D. Manuel del Río, lo demás estaba bastante repartido.
En general todos las clases de ganado aumentaron su número, y en cifras generales se puede decir que en el período comprendido entre los años 1859 y 1865, hubo un incremento anual de 250 ejemplares por año.
Para terminar hay que destacar a los laneros que se censaron en el año 1937, fueron 3 laneros que entre todos ellos aportaron 209 kilos de lana, según podemos observar en la siguiente tabla:
En el año 1939 gente de Guanarteme subía hasta el pequeño Barrio de Chile en busca de leche de cabra, a la casa de D. Martín Guerra. Hasta hace tan sólo unos pocos años se podía apreciar el ganado de cabras que poseía un cabrero de Chile, estampa muy pintoresca que nos recordaba aquellos viejos tiempos de un municipio agrícola y ganadero que guardaba diferencias notables con su vecino de Las Palmas de Gran Canaria.
A lo largo del siglo XVII se tienen muchos datos de diferentes propietarios de ganados de ovejas. Blas de Ojeda, vecino del Lugarejo de Tamaraceite en el año 1636, al igual que otros muchos vecinos tenía su yunta de bueyes y su potro, pero además era poseedor de 150 ovejas que tenía marcadas con su propia marca, evidentemente se trataba de un número considerable de ganado lanar, pero no será este el único caso y así en el año 1639 Luis Castillo, vecino de Tamarasaite, vendía toda la lana que darían sus ovejas el año siguiente a Felipe de Matos, vecino de la Ciudad, por lo que recibió 148 reales, a cambio hipotecaba todo su rebaño hasta que la operación se llevara a cabo. Las relaciones de San Lorenzo con la Capital serán siempre una constante a lo largo del tiempo.
En el año 1680 el vecino de Tamarasaite Baltasar Castellano aportaba a su matrimonio unas 80 ovejas, con lo que al trasquilarlas y vender su lana pudieron hacer un pago de 108 reales, que debían en concepto de diversas ropas y una bestia que habían comprado. Tres años después el poderoso y rico matrimonio formado por el labrador Francisco Rodríguez y María Rivera, vecinos de San Lorenzo en el Puerto de las Galgas, eran poseedores de otro rebaño de ovejas de 110 ejemplares, además del clásico caballo, yeguas y yunta de bueyes, a la muerte del citado matrimonio sus hijos y herederos se repartieron su considerable ganado y siguieron manteniéndolo, aunque evidentemente el número de ejemplares se dividió en dos lotes, uno para el labrador Melchor Rodríguez y otro para el matrimonio formado por Ana Rivera y por Francisco Naranjo de Quintana.
En el siglo XVIII, concretamente en el año 1754 y en el testamento de D. Juan Naranjo de Quintana, dejaba en el Puerto de las Galgas unas 90 ovejas, que cuidaban los ovejeros Luis Falcón y sus hermanos, este personaje tenía otras cantidades de ganado en diferentes lugares de la Isla, como por ejemplo en la zona de Gando.
En el año 1763 hubo una gran escasez de carne y desde el Gobierno de la Isla se acordó que todos los años, por el mes de enero, el Corregidor enviara unas circulares a todos los Alcaldes para que cada uno, en su jurisdicción, hiciera una cuantificación de todas las ovejas y también recogiera el nombre de sus dueños, notificándoles que habían de reservar cinco carneros por cada 100 ovejas que se tuvieran. Los expresados carneros debían llevarlos a las carnicerías los martes y los sábados, cuando les indicara el Alcalde y en caso de faltar la carne en las carnicerías, el Corregidor enviaría un Alguacil a por ella, todo a costa del Alcalde implicado.
Los pueblos que fueron obligados a llevar carne a la Ciudad fueron 15 y por San Lorenzo acudieron el Alcalde D. José Manuel Ponce y los Diputados Francisco Díaz y Antonio de Arencibia. La contribución de la carne debía comenzar desde el día primero de junio, comenzando a contribuir el Lugar de San Lorenzo seguido de La Aldea y Agüimes. Desde los primeros momentos, allá por la mitad del siglo XVII, el gobierno del Lugar de San Lorenzo gozó de una buena organización.
En aquellos momentos había en la Isla 19.335 ovejas, encabezando la lista el lugar de Telde con 3.287 ovejas, seguido de Gáldar con 3.096, Agüimes con 1.895, Teror con 1.650, San Lorenzo con 1.300, Moya con 1.222, continuando los otros lugares de la Isla, cerrando la lista Agaete que aportaba tan sólo 403 ovejas.
Una de las primeras cosas que llevó a cabo la Real Sociedad de Amigos del País, con el objeto de beneficiar a la agricultura de la Isla, fue nombrar Amigos Celadores en todos los Lugares, con el encargo de ejecutar eficazmente todo lo que se acordara en la Junta, principalmente animar, aconsejar y dirigir a los labradores para que los ganados no hicieran daño en las sementeras y viñas, persuadiendo a los dueños para que pusieran a pastores capaces y si no que fueran los Alcaldes los que solucionasen los problemas. Para el nombramiento se solicitó informe a los párrocos, con el fin de conseguir sujetos capaces que velaran por el bien común, y se suplicó en un oficio del día 11 de marzo de 1777 al Corregidor D. Ignacio Montalvo, que comunicara a los Alcaldes las órdenes para la mejora de la labranza y para que los ganados no la arruinasen. Se nombró celadores por San Lorenzo a D. José Ponce y a D. Claudio Ponce, pero aquellas buenas ideas no podían triunfar hasta que no se pusiese freno a los atropellos que llevaban a cabo los diferentes ganados. Después de diez años, el día 2 de julio de 1787, continuaban, sólo en el pago de Tamaraceite, ocho pastores que no cuidaban de que su ganado le ocasionara daños a los predios.
En 1781 los dueños y criadores de ganado de San Lorenzo: José González, Gregorio Arencibia, Domingo Suárez, José Arencibia y José Hernández, daban poder a los Procuradores para que les defendieran contra los culpables de robo de ganado y daños a los mismos. Otro de los problemas frecuentes era la introducción de los ganados en terrenos ajenos a comer los pastos.
El seis de mayo de 1790, José González, vecino de San Lorenzo, daba poder a los procuradores para que le ayudaran y defendieran por las denuncias que tenía presentadas contra varios vecinos de dicho Lugar, por haber estado introduciendo ganado en el Cortijo de San Gregorio, propiedad de D. Francisco Del Castillo, que tenía a su cargo. Es evidente que los vecinos más pobres de los alrededores que poseedores de ganado se introducían en aquellas fértiles tierras para poder pastar. A fines del siglo XVIII continuaban los acuerdos para mantener y cuidar el ganado a medias entre el propietario y los pastores, los acuerdos se hacen, en muchas ocasiones, entre vecinos de lugares bastante distantes, como ejemplo baste el de José González Travieso, vecino de Agüimes, que en el año 1790 da 97 ovejas a Francisco de Santa Ana, que era vecino de San Lorenzo, para beneficiarse a medias; o el otro caso en que María de Medina, vecina de San Lorenzo, daba a medias un hato de cabras a un cabrero del lugar de Tejeda.
Con las cabras sucedía lo mismo que con las ovejas pero evidentemente su número siempre fue menor, según se desprende de los datos que hemos encontrado, siempre entre 81 como número mayor de cabras y alrededor de 40 los que poseían el número menor, sin contabilizar aquellas familias que tenían un corto número de ellas, generalmente para abastecer a su concurrida prole.
Hay datos de los años 1859 y 1865, así como también de comienzos del sigo XIX del número de cabezas de ganado que habían en San Lorenzo. Lo primero que hay que destacar es que a comienzos del siglo XIX había más cantidad de cabezas de ganado que hacia la mitad de la centuria, no superando aquellas cifras de comienzos de siglo en varias clases de ganado, como podría ser en el de cerda y el lanar que vio disminuir su número de forma notable, en casi mil cabezas, sin embargo aumentó el vacuno y el mular, que fue el que experimentó un mayor aumento, multiplicando por 46 la cantidad inicial.
Con respecto a las fechas más cercanas hay que decir que es increíble que en sólo seis años, es decir entre los años 1859 y 1865, el número de cabezas de ganado cabrío se multiplicó por cuatro, triplicándose el de cerda y acercándose a esa cifra también el de vacuno, es notorio también el aumento del ganado mular que se fue a más del doble. A nivel particular hay que decir que el propietario que más cabezas de ganado tenía era el Conde de la Vega Grande y D. Fernando Lezcano que disponían de 120 ovejas cada uno de ellos, 104 tenía D. Manuel Apolinario y 100 D. Manuel del Río, lo demás estaba bastante repartido.
1802 | 1859 | 1865 | |
Vacuno | 394 | 210 | 532 |
Caballar | 70 | 42 | 74 |
Mular | 3 | 59 | 138 |
Asnal | 169 | 120 | 199 |
Lanar | 2.579 | 1.340 | 1.559 |
Cabrío | 541 | 168 | 714 |
Cerda | 384 | 100 | 323 |
TOTALES | 4.140 cabezas | 2.039 cabezas | 3.539 cabezas |
Tabla elaborada por el autor del trabajo
En general todos las clases de ganado aumentaron su número, y en cifras generales se puede decir que en el período comprendido entre los años 1859 y 1865, hubo un incremento anual de 250 ejemplares por año.
Para terminar hay que destacar a los laneros que se censaron en el año 1937, fueron 3 laneros que entre todos ellos aportaron 209 kilos de lana, según podemos observar en la siguiente tabla:
NOMBRES | PROFESIÓN | DOMICILIO | KILOS |
Dª. Pino Betancor Suárez | Propietaria | Rehoyas | 150 |
D. Manuel Hernández García | Pastor | Corcovado | 46 |
D. Antonio Travieso Hernández | Pastor | Tamaraceite | 13 |
TOTAL |
209 |
Elaborada por el autor del presente trabajo
En el año 1939 gente de Guanarteme subía hasta el pequeño Barrio de Chile en busca de leche de cabra, a la casa de D. Martín Guerra. Hasta hace tan sólo unos pocos años se podía apreciar el ganado de cabras que poseía un cabrero de Chile, estampa muy pintoresca que nos recordaba aquellos viejos tiempos de un municipio agrícola y ganadero que guardaba diferencias notables con su vecino de Las Palmas de Gran Canaria.
Juan Francisco Santana Domínguez
Doctor en Historia
Doctor en Historia