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La colonia agrícola de Noetinger durmió esa noche con un ojo solo, estaba todo el trigo emparvado, buena cosecha fina la de 1942, pero el sol apretaba demasiado con sequía, faltaba agua para el maíz y las pasturas y.. se venían las langostas.

Los colonos, sus desgracias y miedos no las ventilaban con proveedores, cuidaban el único capital, su estoicismo, las confesaban sin reparo alguno a los tres ancianos mas instruidos del pueblo, al boticario sefaradí de Barcelona, al medico francés de Gruchy Normandía y al cura navarro de Iruña, quienes para descargar tanta tensión, luego de la cena bien regada, tomaron también fresco hasta que los gallos cantaron, discutiendo por discutir como siempre, sobre política, la guerra mundial y preferentemente sobre pintura, mintiendo a mas no poder sobre los museos que habían visitado en Europa antes de venir hacia America.

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Comentarios   

+2 #1 Juan Francisco Santana Domíngu 26-02-2009 20:14
Desde Argentina nos llega un nuevo cuento y el corazón y alma de Normando puesto en él. Gracias amigo por apoyarnos en nuestras reivindicaciones de libertad y de deseos de que nuestro Municipio de San Lorenzo ocupe el lugar que le pertenece por ley y justicia. Me ha encantado este nuevo cuento y felicidades por brindarnos ese sentimiento que imprimes en tus trabajos. Un fortísimo abrazo.
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