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Los guardias municipales pasaron a desempeñar lo que anteriormente hacían los alcaldes de barrios y otros miembros de la Corporación. La primera reseña que he encontrado, y por tanto los orígenes, hay que situarlos con anterioridad al 24 de julio de 1865 ya que el Municipal de aquel momento,  Juan de Acosta, llevaba las notificaciones de la Alcaldía a las diferentes personas que se le asignaran. De nuevo tenemos otra referencia en el mes de julio del año 1879, siendo Alcalde Sebastián Cabrera Suárez, en donde se hacía alusión a la figura del Municipal del Ayuntamiento, con la misión de ayudar al concejal encargado de la Fiesta de San Lorenzo a mantener el orden y el cuidado en aquellas días, porque se reunía muchísima gente, no sólo del Municipio sino de otros lugares de la Isla.

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Este tipo de edictos o notificaciones, en este caso del Alcalde Juan Bautista Ponce de León, del año 1907, era repartido o colocado por la guardia municipal en los diferentes pueblos de la Jurisdicción.

El día 6 de marzo de 1880 se decía que, por disposición del Alcalde  Cayetano Guerra Domínguez, era suspendido del cargo de Municipal José Casimiro González, que había desempeñado dicho cargo hasta el 15 de febrero de 1880. El ayuntamiento aprobó dicha destitución y nombró a Antonio Artiles Cabrera quien aceptó y prometió desempeñar su trabajo con total puntualidad. Estaba claro que el primer guardia municipal había sido cesado por reincidir en llegar tarde a su trabajo.

En los años 1892 a 1894 el trabajo de Municipal del Ayuntamiento lo ejerció Salvador González Rodríguez al que no se le habían abonado sus mensualidades al completo en los primeros años de trabajo, debido a problemas económicos, propios de aquellos años, que sufría el Municipio. El 5 de agosto de 1894 se reunió la Corporación Municipal y acordó nombrar, de forma interina, al agente municipal José Joaquín Santana Expósito, quien comenzaría a desempeñar su trabajo desde el momento en que se recibieran en el Municipio los uniformes que ya se habían encargado. El 11 de noviembre de 1894 se hacía mención, en la sesión del Ayuntamiento, de que el mencionado agente Salvador González Rodríguez estaba desempeñando, desde hacía mucho tiempo, la plaza de Alguacil del Juzgado Municipal de San Lorenzo. Se decía que al desempeñar este servicio estaba desatendiendo sus obligaciones como agente municipal, por lo que se pedía al Juzgado que nombrara a otra persona en su lugar.

En aquellos años había preocupación por tener bien uniformado a la guardia municipal y el 16 de febrero de 1897 se le pagan a Adolfo Miranda ochenta pesetas a cuenta de lo que el Ayuntamiento le debía por la equipación de la guardia municipal.

En el año 1898 era guardia municipal  del Municipio de San Lorenzo Ángel Santana y recibía 75 pesetas por su sueldo de los meses de enero y febrero. Dando un salto en el tiempo, en los años 1915 y 1916 eran dos guardias municipales los que tenía el Municipio: Pedro Santana Alonso, que hacía la función de cabo, y  Ángel Santana Expósito. En el año 1923 seguían siendo dos los guardias municipales: Silverio Molina Gómez y Juan Ramos Afonso, los cuales cobraban 100 pesetas mensuales por el desarrollo de su trabajo.

En el año 1936, justo un día antes del levantamiento militar, fue nombrado Inspector de la Guardia Municipal de San Lorenzo Manuel Hernández Toledo, desgraciadamente uno de los fusilados en el año 1937. Sobre este hombre se puede ver una artículo, en esta misma página, en el apartado titulado La historia es del Pueblo.

En el año 1939 el número de guardias municipales se elevaba a diez componentes, además de disponer del inspector de dicho cuerpo en la persona de Juan Santana Trujillo, siendo su relación: Ángel Santana Expósito, Paulino Ronda Delgado, Alejandro Rivero Medina, Francisco Peña Rodríguez, José Hernández Reyes, Fernando Silvera Robaina, Juan Brito Rodríguez, Segundo Collado Rodríguez, Nazareno Falcón Cruz y Juan López García*. 

Juan Francisco Santana Domínguez
Doctor en Historia

*Este artículo está sacado del libro “Notas sobre el Municipio San Lorenzo de Tamaraceite: Un ejemplo de injusticia histórica”, del mismo autor.

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