En el mes de diciembre del año 1834 existían en la Jurisdicción de San Lorenzo 79 telares, 68 de aquellos eran destinados para tejer lienzo casero y los once restantes eran utilizados para tejer lana y algodón para la confección de “mantillones” que se vendían por toda la Isla y por las otras islas de la Provincia. Existía una producción anual de 4.500 varas (medida de longitud que equivalía a 835´9 mm.), lo que suponía 3.761´55 metros de aquel interesante producto artesano.
En el Padrón del año 1836, de una población de 2.189 habitantes para el Municipio de San Lorenzo, había 1.145 mujeres y de éstas 465 eran hilanderas, es decir que el 40´61 % de las mujeres se dedicaban a labores relacionadas con el hilado de la lana o el algodón. A otras cinco mujeres se les daba la denominación de tejedoras, que también pudieran ser sumadas a las anteriores.
Para la fabricación del lienzo casero las tejedoras de la jurisdicción se surtían de lino del país que luego hilaban con la rueca y para el género de lana, que también hilaban con rueca, lo urdían con algodón que compraban en “ovillos de afuera o con hilado fino de la tierra”.
Las aguas con las que se movía el molino del pago de Tenoya así como el lugar para su fabricación pertenecían a diferentes dueños del Heredamiento de aguas de aquel Lugar, que en la referida fecha pertenecían al Venerable Dean y Cabildo Eclesiástico, ya que se les había adjudicado aquel terreno por unas deudas relacionadas con el diezmo.
Del ya mencionado Padrón Municipal del año 1836 se pueden entresacar las ocupaciones de aquellos 2.189 habitantes, entre los que sobresalen las 470 hilanderas o tejedoras, lo que hace el 21´47 % del total de la población.
Con estos datos hemos recuperado un quehacer típico de las mujeres de Tenoya. Esta reseña a aquella actividad artesanal debe suponer una motivación para llevar a cabo un trabajo de historia y/o antropología oral, entre los mayores que mantengan en su memoria aquellas actividades, posiblemente al oír hablar de ello a sus progenitores y abuelos, recuperando un rico e interesantísimo patrimonio etnográfico*.
* Con ligeras variaciones este trabajo se puede leer en el libro “Notas sobre el Municipio San Lorenzo de Tamaraceite: un ejemplo de injusticia histórica”, del mismo autor.
En el Padrón del año 1836, de una población de 2.189 habitantes para el Municipio de San Lorenzo, había 1.145 mujeres y de éstas 465 eran hilanderas, es decir que el 40´61 % de las mujeres se dedicaban a labores relacionadas con el hilado de la lana o el algodón. A otras cinco mujeres se les daba la denominación de tejedoras, que también pudieran ser sumadas a las anteriores.
Para la fabricación del lienzo casero las tejedoras de la jurisdicción se surtían de lino del país que luego hilaban con la rueca y para el género de lana, que también hilaban con rueca, lo urdían con algodón que compraban en “ovillos de afuera o con hilado fino de la tierra”.
Las aguas con las que se movía el molino del pago de Tenoya así como el lugar para su fabricación pertenecían a diferentes dueños del Heredamiento de aguas de aquel Lugar, que en la referida fecha pertenecían al Venerable Dean y Cabildo Eclesiástico, ya que se les había adjudicado aquel terreno por unas deudas relacionadas con el diezmo.
Del ya mencionado Padrón Municipal del año 1836 se pueden entresacar las ocupaciones de aquellos 2.189 habitantes, entre los que sobresalen las 470 hilanderas o tejedoras, lo que hace el 21´47 % del total de la población.
Con estos datos hemos recuperado un quehacer típico de las mujeres de Tenoya. Esta reseña a aquella actividad artesanal debe suponer una motivación para llevar a cabo un trabajo de historia y/o antropología oral, entre los mayores que mantengan en su memoria aquellas actividades, posiblemente al oír hablar de ello a sus progenitores y abuelos, recuperando un rico e interesantísimo patrimonio etnográfico*.
Juan Francisco Santana Domínguez
Doctor en Historia
Doctor en Historia
* Con ligeras variaciones este trabajo se puede leer en el libro “Notas sobre el Municipio San Lorenzo de Tamaraceite: un ejemplo de injusticia histórica”, del mismo autor.