Durante seis años, ningún editor canario quiso atender la demanda de su autor. La tesis doctoral de Juan Francisco Santana Domínguez sobre la historia del municipio de San Lorenzo, en Gran Canaria, no resultó interesante para el mercado editorial, a pesar del crecimiento exponencial de títulos que inundan las ferias. Esta semana, la obra se ha publicado por fin en el Archipiélago, de la mano de la Dirección General del Libro del Gobierno canario, y al acto de presentación acudió tanta gente, que fue necesario repetirlo el mismo día para satisfacer al público que se había quedado sin asiento en la sala.
No se trata de una obra de ficción, ni su autor engorda en las tertulias de la moda literaria. La Historia del Municipio de San Lorenzo de Tamaraceite se hace acompañar de un subtítulo de intenciones: Recuperando la memoria histórica, añade a modo de síntesis del esfuerzo realizado. El caso es que es un libro abierto, a juzgar por la acogida ciudadana; una forma de poner sobre la mesa emociones largamente reprimidas, a base de recomponer pieza por pieza los recuerdos vivos, ese mecanismo fundamental de la conciencia que convierte en colectiva la historia contada persona por persona.
El silencio editorial es sólo un reflejo del tabú. El Municipio de San Lorenzo fue anexionado por Las Palmas de Gran Canaria en 1939, en una de las decisiones políticas más relevantes adoptadas por los representantes de la dictadura de Franco en Gran Canaria, que erradicó el último foco institucional de resistencia democrática contra los golpistas en la isla. La disolución del Ayuntamiento de las medianías fue un acto de guerra cimentado en sangre y silencio, que permitió afianzar una estructura de poder en la capital de la isla imposible de alcanzar por otras vías. La sangre de los fusilados, porque la persecución fue un elemento clave para imponer sin consulta la decisión adoptada por el gobernador civil de turno; y el silencio, convertido en la única tabla para sobrevivir en medio del naufragio.
Nadie se ha molestado hasta ahora en restituir la memoria del municipio de San Lorenzo. El director general del libro, José María Hernández recordó el otro día que sus alcaldes no ocupan lugar alguno en el inventario oficial de la democracia, ni sus retratos cuelgan en ningún salón público. Es uno más de esos capítulos pendientes de aclarar, como el destino de tantas víctimas asesinadas en nombre del régimen que quedaron sepultadas en la infamia y la mentira, cuando no en el fondo de las simas sin lápida ni despedida. Algunos libros devuelven la dignidad a sus protagonistas, y otros dignifican a sus lectores. Algunos son capaces de cambiar la historia, porque humildemente colocan las cosas en su sitio. Como esta obra que no cura heridas, pero destroza el olvido.
No se trata de una obra de ficción, ni su autor engorda en las tertulias de la moda literaria. La Historia del Municipio de San Lorenzo de Tamaraceite se hace acompañar de un subtítulo de intenciones: Recuperando la memoria histórica, añade a modo de síntesis del esfuerzo realizado. El caso es que es un libro abierto, a juzgar por la acogida ciudadana; una forma de poner sobre la mesa emociones largamente reprimidas, a base de recomponer pieza por pieza los recuerdos vivos, ese mecanismo fundamental de la conciencia que convierte en colectiva la historia contada persona por persona.
El silencio editorial es sólo un reflejo del tabú. El Municipio de San Lorenzo fue anexionado por Las Palmas de Gran Canaria en 1939, en una de las decisiones políticas más relevantes adoptadas por los representantes de la dictadura de Franco en Gran Canaria, que erradicó el último foco institucional de resistencia democrática contra los golpistas en la isla. La disolución del Ayuntamiento de las medianías fue un acto de guerra cimentado en sangre y silencio, que permitió afianzar una estructura de poder en la capital de la isla imposible de alcanzar por otras vías. La sangre de los fusilados, porque la persecución fue un elemento clave para imponer sin consulta la decisión adoptada por el gobernador civil de turno; y el silencio, convertido en la única tabla para sobrevivir en medio del naufragio.
Nadie se ha molestado hasta ahora en restituir la memoria del municipio de San Lorenzo. El director general del libro, José María Hernández recordó el otro día que sus alcaldes no ocupan lugar alguno en el inventario oficial de la democracia, ni sus retratos cuelgan en ningún salón público. Es uno más de esos capítulos pendientes de aclarar, como el destino de tantas víctimas asesinadas en nombre del régimen que quedaron sepultadas en la infamia y la mentira, cuando no en el fondo de las simas sin lápida ni despedida. Algunos libros devuelven la dignidad a sus protagonistas, y otros dignifican a sus lectores. Algunos son capaces de cambiar la historia, porque humildemente colocan las cosas en su sitio. Como esta obra que no cura heridas, pero destroza el olvido.
Gonzalo H. Martel LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
CANARIAS7 - 26 de Junio de 2006
CANARIAS7 - 26 de Junio de 2006