Hace ya unos años comencé a hacer una serie de fotografías a un entorno que estaba comenzando a cambiar, aunque aún no se vislumbraban las desafortunadas acciones que se han cometido en Los Cuarteles y sus alrededores. Recuerdo aquel hermoso árbol que, a modo de símbolo, podíamos admirar según entrábamos en Tamaraceite. Ya desde Las Perreras aparecía majestuoso, queriendo abrazar el cielo e intentando poner un broche de color a una zona que comenzaba a crecer y a cambiar de un modo muy acelerado.
Foto del autor del trabajo
En un artículo publicado en el mes de septiembre de 2002 ya denunciaba la tala de dicho árbol, terminando aquel escrito con una pregunta y una premonición, que desgraciadamente se cumplió ante la indiferencia de los responsables: “¿Quién permitió la tala del árbol bonito que se encontraba en unas antiguas casas a la entrada de Tamaraceite, hace ya casi un año? Deberíamos pedir responsabilidades a tal respecto, pero no hagamos lo mismo con el mencionado horno de cal del barrio de Chile, ¡luchemos por su conservación ahora y no lamentemos mañana su pérdida!”.
Es evidente que no se me ofreció ningún tipo de respuesta en aquellas fechas y aún hoy sigo esperando. Lo triste es que el árbol y el horno de cal a los que se hacía referencia en aquel escrito desaparecieron en pro de intereses que nada tienen en cuenta el patrimonio colectivo. Yo sigo confiando que las piezas de aquel horno se coloquen de nuevo en Chile, pero vivenciando el paso del tiempo, aquel sentimiento se está convirtiendo en una utopía.
Se preguntarán el porqué de este escrito, en este momento, después de pasar cinco años. La respuesta es bien sencilla y todo parte del encuentro de la foto que acompaña este artículo, desubicada entre el numeroso material, pero apareciendo en un momento justo, en un momento que se hacen atentados en contra de un paraje lleno de historia, no sólo arquitectónica sino también natural, en el que descansan de sus largos viajes un sin fin de aves migradoras, pero no queda ahí la cosa pues se trata del peligro que corren unas de las primeras edificaciones de Tamaraceite, cercanas a su ermita de La Mayordomía. Hay una serie de edificios en Los Cuarteles de un gran interés arquitectónico y patrimonial, destacando una casa señorial que es una necesidad y un deber conservar. ¡Urge su protección, no perdamos también esta lucha! No podemos permitir que la gente de Tamaraceite del mañana quede privada del derecho que les ampara, cual es el respeto a su identidad, a sus valores, a sus recuerdos, a su memoria, a un entorno verde que, al menos, recuerde Atamarasaid y su significado. Los edificios históricos son patrimonio de todas y todos, hagamos un esfuerzo en reconocerlos, en protegerlos y, como colofón, restaurarlos para poder ser admirados por las actuales y futuras generaciones. San Lorenzo, Tamaraceite, Tenoya, Siete Puertas, San Gregorio, Los Giles y otros lugares de la zona todavía pueden ofrecer bienes patrimoniales de un valor incalculable.
Se repite el epílogo de aquel escrito, ya mencionado, del año 2002 pidiendo una protección que no se llevó a efecto entonces, pero ahora espero y deseo con todas mis fuerzas que no tenga el mismo desenlace y entre todas y todos hagamos un esfuerzo en mantener el rico patrimonio que todavía, aunque muy disminuido, nos queda.
Es evidente que no se me ofreció ningún tipo de respuesta en aquellas fechas y aún hoy sigo esperando. Lo triste es que el árbol y el horno de cal a los que se hacía referencia en aquel escrito desaparecieron en pro de intereses que nada tienen en cuenta el patrimonio colectivo. Yo sigo confiando que las piezas de aquel horno se coloquen de nuevo en Chile, pero vivenciando el paso del tiempo, aquel sentimiento se está convirtiendo en una utopía.
Se preguntarán el porqué de este escrito, en este momento, después de pasar cinco años. La respuesta es bien sencilla y todo parte del encuentro de la foto que acompaña este artículo, desubicada entre el numeroso material, pero apareciendo en un momento justo, en un momento que se hacen atentados en contra de un paraje lleno de historia, no sólo arquitectónica sino también natural, en el que descansan de sus largos viajes un sin fin de aves migradoras, pero no queda ahí la cosa pues se trata del peligro que corren unas de las primeras edificaciones de Tamaraceite, cercanas a su ermita de La Mayordomía. Hay una serie de edificios en Los Cuarteles de un gran interés arquitectónico y patrimonial, destacando una casa señorial que es una necesidad y un deber conservar. ¡Urge su protección, no perdamos también esta lucha! No podemos permitir que la gente de Tamaraceite del mañana quede privada del derecho que les ampara, cual es el respeto a su identidad, a sus valores, a sus recuerdos, a su memoria, a un entorno verde que, al menos, recuerde Atamarasaid y su significado. Los edificios históricos son patrimonio de todas y todos, hagamos un esfuerzo en reconocerlos, en protegerlos y, como colofón, restaurarlos para poder ser admirados por las actuales y futuras generaciones. San Lorenzo, Tamaraceite, Tenoya, Siete Puertas, San Gregorio, Los Giles y otros lugares de la zona todavía pueden ofrecer bienes patrimoniales de un valor incalculable.
Se repite el epílogo de aquel escrito, ya mencionado, del año 2002 pidiendo una protección que no se llevó a efecto entonces, pero ahora espero y deseo con todas mis fuerzas que no tenga el mismo desenlace y entre todas y todos hagamos un esfuerzo en mantener el rico patrimonio que todavía, aunque muy disminuido, nos queda.
Juan Francisco Santana Domínguez
Doctor en Historia
Doctor en Historia
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