Queridísimos pastores y labradores, démonos la mano; entremos en la historia - para nunca más poder a volver ser-.
Con el debido respeto me dirijo a vuestras señorías -les doy estos tratamientos fuera de toda broma o burla, que lo es en este caso, para los que creen que así deben ser tratados- ya que en canarias, según mi opinión, no se los merece nadie y yo se los otorgo a ustedes que han sido los más jodidos; los más engañados; los más robados; los más perseguidos; los más solitarios; los que han pasado frío, calor, noches sin dormir cuidando animales que están de parto; los que se han pasado días y días trabajando desde las cinco de la madrugada hasta que anochece; con hambre y a veces con sed por tener el agua lejos; sufriendo los vientos que arruinan las cosechas; con reveses de fortuna en vacas que se mancan y se las lleva el intermediario ladrón por cuatro perras; los que han tenido que arrancar para Cuba o Venezuela en otro tiempo, también de “pateras”, que también llegaron a zozobrar algunas; los que tenían que “recalar” en la tienda a coger fiado semillas, abonos, velas, fósforos y sal; que cuando llegaba la hora anual de pagar las deudas con las cosechas, se las tragaban íntegras los de las tiendas - y encima de quedar robados, quedaban siempre debiendo aquel maldito resto. Y suma y sigue y etc. Etc. Etc.
Con el debido respeto me dirijo a vuestras señorías -les doy estos tratamientos fuera de toda broma o burla, que lo es en este caso, para los que creen que así deben ser tratados- ya que en canarias, según mi opinión, no se los merece nadie y yo se los otorgo a ustedes que han sido los más jodidos; los más engañados; los más robados; los más perseguidos; los más solitarios; los que han pasado frío, calor, noches sin dormir cuidando animales que están de parto; los que se han pasado días y días trabajando desde las cinco de la madrugada hasta que anochece; con hambre y a veces con sed por tener el agua lejos; sufriendo los vientos que arruinan las cosechas; con reveses de fortuna en vacas que se mancan y se las lleva el intermediario ladrón por cuatro perras; los que han tenido que arrancar para Cuba o Venezuela en otro tiempo, también de “pateras”, que también llegaron a zozobrar algunas; los que tenían que “recalar” en la tienda a coger fiado semillas, abonos, velas, fósforos y sal; que cuando llegaba la hora anual de pagar las deudas con las cosechas, se las tragaban íntegras los de las tiendas - y encima de quedar robados, quedaban siempre debiendo aquel maldito resto. Y suma y sigue y etc. Etc. Etc.
Ustedes, lacerados y perseguidos pastores y labradores que sí eran y son excelentes; porque han trabajado, sobre todo en otro tiempo, como bestias de carga y tiro: para mandar para Las Palmas y todas las costas, pellas de mantequilla en hojas de ñamera, leche, queso, frutas y verduras, a los señorcitos de la capital; aficionados a beber Tío pepe y a comer de todas las innumerables tapas elaboradas por los grandes cocineros del hotel Madrid; y demás exquisiteces de la zona.
Ustedes, “con el culo al aire”, sin ropa y sin comida,- que de eso se encargaba el de la tienda y el glorioso alzamiento nacional.
Como decía Jorge Cafrune en una de sus desgarradoras baladas: “Yo soy el dueño de todo pero nunca tengo nada. Hago la silla y la mesa y no tengo “aonde” sentarme”.
A ustedes de los que nadie se acuerda, rindo yo sentido homenaje por lo que han sufrido y han llorado; y no a los panzudos cagones que se amarraban con tirantes los calzones. El tratamiento más flojito que se dispensaban era el de Don cuando no alcanzaban ni el de -Don leche de machanga-.
Especulo desde la atrevida fantasía que quiere suponer que estamos ustedes y yo, manteniendo una conversación entre canarios; insertos todos en esa “fábula imaginativa” de que tenemos derechos humanos y políticos; y que nuestros gobernantes son nuestros amigos de siempre; que toman ron y cerveza con nosotros; que nos solucionan problemas sobre la marcha; que nos ayudan a cumplir nuestros sueños de labrar y criar ganado y nos dejan cortar cuanto sea comestible para las reses; que no nos multan por todo y cualquier cosa; que nos han liberado de esa plaga bíblica que nos ha caído encima en carne de ecologistas y parásitos de medio ambiente, fundamentalistas y talibanes. Malcriados metiéndose por las propiedades para adentro sin llamar ni pedir permiso; con la violencia y la prisa que da sentirse los amos, ante pobres diablos, por las tremendas atribuciones de que les han armado sus dueños: sin ser las que ellos se toman por su cuenta. Hasta el punto, que se le antoja a uno que son clones de aquellos jinetes del medioevo que enviaba su señor, antorcha en mano, a pegar fuego al chocerío campesiníl por no pagar los impuestos: Sin miramientos ningunos.
Saliendo momentáneamente de la ironía que si más adelante nos hace falta la retomaremos, hay un hecho importante, y es que lo canario -la canariedad-, y los políticos que hay en Canarias (gobiernen quienes gobiernen) son dos líneas paralelas - la canariedad y los políticos, decimos- que se proyectan al infinito y nunca se quieren encontrar. Y no es que no quieran realmente, es que no pueden otear en ese horizonte de la canariedad, que a los que mandan, tan lejano les queda; más culturizados en la cultura europea, de la que solo tenemos en común lo de la iglesia católica -¡¡que no es poco!!-, pero ni nos importa la virgen de Montserrat, ni las manoletinas propinadas en las plazas de Madrid por fiestas de San Isidro bendito.
Ese horizonte lejano que no alcanzamos a ver los pastores y los labradores. Los abismos, arcanos y miedos tan profundos que padecemos, porque somos el almohadillado colchón de las cuitas lógicas en los mundos de la gestión; pero muy ilógicas para nosotros, entre otras cosas porque siempre nos toca las de perder, siendo el catre donde se revuelcan vicios y pasiones y donde se aman el resto total de estamentos encima del de agricultura y ganadería y por ende, encima nuestra. Amén de enemigos naturales: sequías, vientos, escarchas, procedentes ellos del cielo divino, no nos faltan los puntuales, los chicos de la sociedad, políticos insulares, nacionales, y los europeos mandando dinero para recuperar pinares e instalarnos la foca monje -entre otras lindezas- para que se coman los cuatro pescados que nos quedan.
Nos intranquilizamos y nos encontramos faltos de la mínima confianza, cuando a nuestras reivindicaciones solo les queda el paso de dirigirnos a presidentes de gobiernos.
Sabemos que van a montarse en el avión o el helicóptero y van a asistir raudos y veloces a la desgracia de turno, pero nada más. Basta que prometan algo para saber que ello jamás se materializará. Se sabrá matemáticamente todo lo que no se hará, en exactamente todo lo que prometan. Nosotros entendemos que la golosina del i.g.i.c. genera una tonga de miles de millones de pesetas, pero no comprendemos como se sacrifica a estos capitales -aunque sean ingentes- la idiosincrasia, el futuro y el funcionamiento histórico de un pueblo; para solo ir escapando, por lo que de insostenibilidad tiene todo tipo de dinero no generado desde un fundamento base - del que es exigente toda economía que quiera mantenerse a largo plazo: teniendo en cuenta además- que se despilfarra en propaganda, en atalayas de poder, comprando voluntades, vendiendo silencios, cambiando un escándalo por cinco repetidos, mudando una responsabilidad para instalar otra más cómoda, “expulsando” la justicia, manipulando la ley, y varias cosas más que alcanzan el etc. Aunque no el etc. etc. supuestamente.
Pero vaya, ¡me animo!, las voy a decir todas: Derramas para carnavales; escurres para el fútbol y deportes, todos; corridas para romerías, todas; brindis a borrachos con ramas de árboles en mano sacudidas hasta el frenesí y la enajenación; la copita para los que oyen un volador y se lanzan a un charco a ejercer las acciones de “las buenas maneras”, “delicadas”, “civilizadas”, para dar testimonio de los “avances intelectuales”, “el raciocinio sin parangón”, que “domina” nuestro pueblo; el perro maldito, señero de nuestro “señorío” mental; fuegos de San Lorenzo, extraordinaria demostración universal de los “avances logrados en materia social y psicológica”.
Parece mentira, pero según nos adentramos vamos comprendiendo que se puede utilizar y tiene autoridad y cabida el preocupante, por enigmático, etc. etc., por cuanto queda que decir de cómo se van los dineros; que es lo que nos lleva a la pregunta de si vale la pena destrozar el jardín de las hespérides; unas islas intensamente verdes de papas, millo y forrajes -llenas de comida- ¿se puede seguir viviendo al día como los gitanos? Con supersticiones estúpidas, las machangadas descritas, y las salvajadas otorgadas y fomentadas?. Si esas deformaciones no fueran; si se pudiera prescindir de ellas radicalmente, se podría también prescindir del i.g.i.c.: Impuesto que las hace posibles y hace imposibles crecimientos sostenibles sobre “una mesa” con las cuatro patas y no como ahora que la desequilibra un soplo por estar mantenida en una sola (turismo) y pegada con saliva.
Huimos como de un contador de chistes del empotajamiento de los asuntos y de los conceptos,- por lo tanto, decimos ahora de que lo dijimos antes, y casi seguro también después. Diremos digo, de lo más inteligible posible porque sabemos que nos dirigimos a auténticos analfabetos funcionales en lo que aquí nos concierne: una cosa es estar alfabetizado y otra muy, pero que muy diferente es saber leer. Los hay en la propia universidad arrastrando disfuncionalidades de funcionalidades que no echaron a andar cuando aprendieron a leer; ¡como! ¿es que hay funcionarios universitarios, funcionales en tanto que no tienen total comprensión de lectura bajo todos los diferentes aspectos incluso de su materia especifica?. ¡Por supuestísimo que sí!. Por eso digo que no comprenderán ¡nunca! los principios y fines del campesinado porque se regodean además en el casino, el gabinete literario, club náutico y homónimos, envueltos en “abrigos de astracán” mientras el campesino, “a pie descalzo” rompe los carámalos en las veredas de las Lagunetas y en las periferias de Valleseco; así… es imposible, etc. .
Eso solo se conoce cuando no se vive, cuando solo se subsiste, cuando se malvive, porque el malvivir y el subsistir no es ciertamente el gozar del vivir que dilapidan algunos, y que pagarán sin remedio el precio de jamás comprender lo imprescindible para entender: por vivir necesariamente para el gozar; que siempre es exigente en el ignorar.
Así es que procedemos y perseveramos en lo sencillo. Ya el abrazo amoroso y vicioso dado al i.g.i.c. por los mandatarios, ha matado el espíritu de nuestro pueblo. Ya casi no queda quién sepa cargar una bestia; quién sepa enlazar y equilibrar una carga en la albarda; quién sepa echar una sobrecarga al pecho, con solo tres vueltas de la “vuelta”, para no moler soga; quién sepa que cuando se echa un surco ha de ponerse uno parado en cada una de sus puntas o extremos: Si en cada uno de ellos el surco corre para los pies, el surco esta llano como un plato. Y así en todas las labranzas, en todos sus detalles; lamentablemente es ya esta una sabiduría perdida que solo unos pocos viejos y algunos conocemos.
Los pocos conocimientos del agro que aún perviven ya agonizan en últimos estertores víctimas de la persecución lobuna de manadas de tecnócratas que no dejan limpiar de maleza un terreno antes cultivado, para cultivarlo ahora. ¡No se que nos harían si se nos escuchara respirar!.
No solo protegen malezas, presentes en todo el mediterráneo como zarzas, retamas, inciensos y demás; sino que mantienen a la par, permanentemente, un puño en alto para que nadie le parta la cara al i.g.i.c. ojo avizor que no se les joda el i.g.i.c. -Consecuencias: eso de cultivar la tierra en Canarias solo lo pueden hacer unos privilegiados lechugueros y habichueleros, que les son imprescindibles para remansar los mercados y que no fluctúen. Aquí se puede denunciar una dialéctica política (callada) de intereses propiamente dicha: a estos les dan las ayudas que hagan falta: y son los que protestan para expandir mucho humo, compinchados en macabra connivencia para dar a entender la ecuanimidad de las “políticas agrarias”, y que todos somos guales ante las ayudas. Se lo guisan y se lo comen todos ellos juntos haciendo el paripé peleándose en una guerra donde no hay enemigo de ninguna clase. El pulpito, el teatro y la vida, son así. No está falta de grandes actores la “escena” Canaria, ¡ni muchísimo menos!.
Luego tenemos el campesino kamikaze (casi extinto) que se juega la “vida” por separado -el que no interesa a la consejería- el que no produce todo el año, ni los productos que interesan. El que esporádicamente y por libre tiene los mameyes de sembrar papas. ¡Grave problema!, producto sagrado, prohibido y consagrado al i.g.i.c. El que actúe por su cuenta ¡sin permiso!, a ese lo trinca el intermediario por el pezcuezo y le saca la lengua medio metro.
Para disimular utiliza el cabildo, (en su cuota proporcional de responsabilidad) iba a decir: al abúlico, nefasto y funesto Demetrio, pero lo omito por si acaso estos de aquí, sigan la estela marcada por los de Tenerife y no vean justo que la gente se exprese y solo busquen en los textos la “palabrita” por la que se les puede meter mano. Utiliza por consiguiente al consejero a secas- como a una muñequita que le dan cuerda para bailar: como igualmente así se ha hecho con cuantos consejeros de agricultura desde la carta magna- para poner la granja antiagrícola e inexperimental dos veces al mes a la disposición de los cuatro locos que no han podido meter a viaje porque no han dejado crecer maleza en sus tierras,- y por lo tanto no pueden ejercer en su contra la ladina e inconstitucional ley que les maniataría e inutilizaría sus tierras en cuarentenal moratoria a perpetuidad.
No te partas un pie querido labrador vi-gi-la-do, si convaleces cinco meses y regresas a limpiar tu huerto, exactamente cuando te diriges a él, antes de tocarlo, escucharás una voz que de tras de una cara de mucha mala leche se timbrea, no para decir: buenos días señor ¿Cómo está usted? ¿necesita algo de la consejería? ¿ tiene algún trámite que nosotros le podamos traer cumplimentado mañana cuando pasemos por aquí?. ¡Nada de eso!: ¡¡¡usted no sabe que eso no se puede tocar!!!. ¡Llora el alma y los sentimientos de una tierra más caros al corazón!. Estamos ante el peor de los casos, pero es de señalar que como estas batallitas suceden en barranquillos y cañadas cualquiera de las dos partes tiene razón- palabra contra palabra- contra ello no hay luchador que valga. ¿Entones porque se utiliza este argumento?: para ennegrecer la crónica porque se han dado casos, y los mismos merecen.
Si sabemos y tenemos en cuenta que, cualquier mejora, cualquier cosa que se haga por los pastores y labradores, es una trampa envuelta en las brumas de la estrategia para no dejarles progresar (no se sabe aún porque: por eso elucubramos y hacemos conjeturas y aportamos posibles causas del mal causado; equivocadas seguramente; pero como ignoramos la verdad absoluta que absolutamente subyace, no nos queda mas remedio que especular ¿para que otra cosa nos serviría la cacareada libertad de expresión, el atendimiento personalizado y prometido por los elegibles elegidos?) lo que verdaderamente no sabemos es como y porque se disimula tanto esa presunta persecución al campo por omisión que anuncio: del arrinconamiento de la cabaña y de la huerta, porque ¡no me dirán! que las tierras no están totalmente abandonadas y que la genética animal canaria no se fue al carajo.
En el caso que nos ocupa, de las ventas en la “granja” sí sabemos el cuando: Dos veces al mes. Y también el como, que es: llamar a quintas a una nueva horda de intermediarios. Todos los labradores que asisten a esa mascarada ya son intermediarios potenciales: Una vez que han traído un saco de limones del vecino y le ha ganado libres más dineros de los que vale el limonero y el huerto donde esta plantado: esos, le van huyendo el culo a la tierra, y como el lobezno que prueba por primera vez la sangre se convierte en auténtico vampiro, estará con los ojos como chernes en la toponimia a que pertenezca, acechando a la ancianita para medio robarle los huevos de las cuatro gallinas; lujuriando el becerro que ya va creciendo, a ver como se lo queda más regalado; vigilando los pedazos de papas a ver ¡como se los come mejor!, resultado: Virus inoculado por el gobierno, la consejería y el cabildo en las pocas toponimias que quedan, algo labradas, enfermedad incurable transmitida en cuerpo de intermediario que es lo más seguro, expeditivo y eficaz para acabar con el más pequeño rebrote agrícola o ganadero; el más poderoso veneno sistémico para “quemar” todo lo que tenga hálito de crear ilusiones; de mantener y mantenerse de las tierras; de entender bregando en conjunto para que los que nacen en el agro puedan quedarse en el viviendo (aunque sea) con las necesidades primarias resueltas los menos favorecidos, que vendrían a ser todos los desafortunados inmigrantes que están durmiendo en cartones bajo bancos, resquicios y un montón de etc., además.
Generan las maquiavélicas estrategias -el caos- cuando los nuevos intermediarios acaben con las nimias fuerzas testimoniales agrícolas, no tendrán a quién comprarle ellos mismos, no volverán a trabajar el campo porque ya entonces tendrán 3 apartamentos y cuatro plazas de garaje alquiladas y se cumplirá el resultado pla-ni-fi-ca-do: Repletar Canarias de tabaibas y retamas, “cortarle la mano a quién las toque” para que todo lo que se consuma tenga que entrar por el muelle, a pagar el i.g.i.c., ese traicionero impuesto de abundancia para hoy y hambre para mañana. Mañana habrá que ir a empezar de nuevo en unas islas en estado primitivo con todo el trabajo perdido, en un estado de laderas con todos los bancales caídos: Las gañanías destruidas hasta los cimientos, las tomas de agua desde los barrancos para los embalses que ni se verán de entullidas; los pozos de menor cuantía desechados, sus máquinas hechas óxido, sus prospecciones llenas de taludes desprendidos; veredas y antiguos caminos desaparecidos enterrados en maleza, zarzales gigantes que habrán ahogado todos los castaños y nogales; genética ganadera amoldada a nuestro medio desaparecida; y sobre todo el conocimiento humano del medio, que también terminará de desaparecer. ¿Quién le enseñará en el futuro a los jóvenes que plantas y hierbas se pueden suministrar -un poner- al ganado estabulado y las que no?. ¡Que estamos en otros tiempos! - me dicen ufanos-: ¡¡Ojala no se equivoquen!!
Carecemos de prácticamente,- y ¿porqué no absolutamente?: de todas las materias primas -de momento- porque están totalmente ausentes las agrícolas, convertibles, (que serian las únicas) para la industrialización de las islas.
Sabemos que ningún gobierno que este en Madrid estará dispuesto, ni aún podrá pagar la multimillonaria factura de los fletes para traer desde -a veces- grandes distancias la materia prima y luego volverla a meter en el barco ya elaborada a gastar más pasajes. ¡De locura!. Eso ni lo permitirán los de allá, ni nosotros podemos pretenderlo. Tenemos que saber desde ya, imposible la industrialización a gran escala de las islas, que es la que sirve para algo.
Presiento que no me gustaría saber que meta es la de los distintos gobiernos de canarias. Y así mismo la que ha sido y es de los cabildos. Me gustaría esperar que no tuvieran meta alguna. Decía Nietzsche atenido a lo de las metas: “Más decidme hermanos: si a la humanidad le falta todavía la meta, ¿no le falta todavía también- ella misma?- Ello extrapolado no es nada tranquilizante y sí preocupante y sí muy de temer, porque si los que mandan no tienen puntos de llegada y de partida referidos a la labranza y no corren ni una sola carrera en ese “terreno”: que es la propia tierra -siguiendo con el paralelismo - da: que faltan gobernantes, que no existen en todas sus implicaciones, faltan a las ilusiones y a todo lo que se deriva del mando asía los cuatro puntos cardinales, por el hecho de faltar -no estar y no ser.
Si lo son a pesar de este planteamiento sacado de madre connivente, quedan estatificados automáticamente en un ente metafísico: dicho en palabras de mi hermano perico: un no se sabe si bello, jarrón decorativo, son.
Ese es el panorama queridos compatriotas: los apartamentos en manos de Alemanes, Noruegos, Escandinavos etc.; flota pesquera ninguna: de la artesanal ya se encargará la foca monje: cuando haya que ir a remo para no hacer daño con las hélices a los animalitos del señor; lo único que podíamos tener y hemos dilapidado en aras de un impuesto absurdo que cuando ya estemos dando la “boqueada” nadie pagará es: LA AGRICULTURA.
Ojalá no volvamos obligatoriamente a “polvear” gofio o a disputarnos los tunos colorados al navajazo. Cuándo los dueños del dinero cojan la chaqueta hacia nuevos buenos aires, ¿quien pagará el impuesto? ¿Si llegara el desastre, a quien se podría meter en la cárcel?: Absolutamente a nadie; eso es lo malo, pero no lo peor; lo peor le falta muy poco para terminarse de hacer y para que ya no haya remedio. Viva la modernidad: los jóvenes manchándose las pantorrillas con tinta china y todo el pasto sin segar en la cumbre. ¡¡¡Felicidades!!!.
Todo lo dicho queda (quiero que así sea) en el parámetro de la PRESUNCIÓN y la SUPOSICIÓN.
Ustedes, “con el culo al aire”, sin ropa y sin comida,- que de eso se encargaba el de la tienda y el glorioso alzamiento nacional.
Como decía Jorge Cafrune en una de sus desgarradoras baladas: “Yo soy el dueño de todo pero nunca tengo nada. Hago la silla y la mesa y no tengo “aonde” sentarme”.
A ustedes de los que nadie se acuerda, rindo yo sentido homenaje por lo que han sufrido y han llorado; y no a los panzudos cagones que se amarraban con tirantes los calzones. El tratamiento más flojito que se dispensaban era el de Don cuando no alcanzaban ni el de -Don leche de machanga-.
Especulo desde la atrevida fantasía que quiere suponer que estamos ustedes y yo, manteniendo una conversación entre canarios; insertos todos en esa “fábula imaginativa” de que tenemos derechos humanos y políticos; y que nuestros gobernantes son nuestros amigos de siempre; que toman ron y cerveza con nosotros; que nos solucionan problemas sobre la marcha; que nos ayudan a cumplir nuestros sueños de labrar y criar ganado y nos dejan cortar cuanto sea comestible para las reses; que no nos multan por todo y cualquier cosa; que nos han liberado de esa plaga bíblica que nos ha caído encima en carne de ecologistas y parásitos de medio ambiente, fundamentalistas y talibanes. Malcriados metiéndose por las propiedades para adentro sin llamar ni pedir permiso; con la violencia y la prisa que da sentirse los amos, ante pobres diablos, por las tremendas atribuciones de que les han armado sus dueños: sin ser las que ellos se toman por su cuenta. Hasta el punto, que se le antoja a uno que son clones de aquellos jinetes del medioevo que enviaba su señor, antorcha en mano, a pegar fuego al chocerío campesiníl por no pagar los impuestos: Sin miramientos ningunos.
Saliendo momentáneamente de la ironía que si más adelante nos hace falta la retomaremos, hay un hecho importante, y es que lo canario -la canariedad-, y los políticos que hay en Canarias (gobiernen quienes gobiernen) son dos líneas paralelas - la canariedad y los políticos, decimos- que se proyectan al infinito y nunca se quieren encontrar. Y no es que no quieran realmente, es que no pueden otear en ese horizonte de la canariedad, que a los que mandan, tan lejano les queda; más culturizados en la cultura europea, de la que solo tenemos en común lo de la iglesia católica -¡¡que no es poco!!-, pero ni nos importa la virgen de Montserrat, ni las manoletinas propinadas en las plazas de Madrid por fiestas de San Isidro bendito.
Ese horizonte lejano que no alcanzamos a ver los pastores y los labradores. Los abismos, arcanos y miedos tan profundos que padecemos, porque somos el almohadillado colchón de las cuitas lógicas en los mundos de la gestión; pero muy ilógicas para nosotros, entre otras cosas porque siempre nos toca las de perder, siendo el catre donde se revuelcan vicios y pasiones y donde se aman el resto total de estamentos encima del de agricultura y ganadería y por ende, encima nuestra. Amén de enemigos naturales: sequías, vientos, escarchas, procedentes ellos del cielo divino, no nos faltan los puntuales, los chicos de la sociedad, políticos insulares, nacionales, y los europeos mandando dinero para recuperar pinares e instalarnos la foca monje -entre otras lindezas- para que se coman los cuatro pescados que nos quedan.
Nos intranquilizamos y nos encontramos faltos de la mínima confianza, cuando a nuestras reivindicaciones solo les queda el paso de dirigirnos a presidentes de gobiernos.
Sabemos que van a montarse en el avión o el helicóptero y van a asistir raudos y veloces a la desgracia de turno, pero nada más. Basta que prometan algo para saber que ello jamás se materializará. Se sabrá matemáticamente todo lo que no se hará, en exactamente todo lo que prometan. Nosotros entendemos que la golosina del i.g.i.c. genera una tonga de miles de millones de pesetas, pero no comprendemos como se sacrifica a estos capitales -aunque sean ingentes- la idiosincrasia, el futuro y el funcionamiento histórico de un pueblo; para solo ir escapando, por lo que de insostenibilidad tiene todo tipo de dinero no generado desde un fundamento base - del que es exigente toda economía que quiera mantenerse a largo plazo: teniendo en cuenta además- que se despilfarra en propaganda, en atalayas de poder, comprando voluntades, vendiendo silencios, cambiando un escándalo por cinco repetidos, mudando una responsabilidad para instalar otra más cómoda, “expulsando” la justicia, manipulando la ley, y varias cosas más que alcanzan el etc. Aunque no el etc. etc. supuestamente.
Pero vaya, ¡me animo!, las voy a decir todas: Derramas para carnavales; escurres para el fútbol y deportes, todos; corridas para romerías, todas; brindis a borrachos con ramas de árboles en mano sacudidas hasta el frenesí y la enajenación; la copita para los que oyen un volador y se lanzan a un charco a ejercer las acciones de “las buenas maneras”, “delicadas”, “civilizadas”, para dar testimonio de los “avances intelectuales”, “el raciocinio sin parangón”, que “domina” nuestro pueblo; el perro maldito, señero de nuestro “señorío” mental; fuegos de San Lorenzo, extraordinaria demostración universal de los “avances logrados en materia social y psicológica”.
Parece mentira, pero según nos adentramos vamos comprendiendo que se puede utilizar y tiene autoridad y cabida el preocupante, por enigmático, etc. etc., por cuanto queda que decir de cómo se van los dineros; que es lo que nos lleva a la pregunta de si vale la pena destrozar el jardín de las hespérides; unas islas intensamente verdes de papas, millo y forrajes -llenas de comida- ¿se puede seguir viviendo al día como los gitanos? Con supersticiones estúpidas, las machangadas descritas, y las salvajadas otorgadas y fomentadas?. Si esas deformaciones no fueran; si se pudiera prescindir de ellas radicalmente, se podría también prescindir del i.g.i.c.: Impuesto que las hace posibles y hace imposibles crecimientos sostenibles sobre “una mesa” con las cuatro patas y no como ahora que la desequilibra un soplo por estar mantenida en una sola (turismo) y pegada con saliva.
Huimos como de un contador de chistes del empotajamiento de los asuntos y de los conceptos,- por lo tanto, decimos ahora de que lo dijimos antes, y casi seguro también después. Diremos digo, de lo más inteligible posible porque sabemos que nos dirigimos a auténticos analfabetos funcionales en lo que aquí nos concierne: una cosa es estar alfabetizado y otra muy, pero que muy diferente es saber leer. Los hay en la propia universidad arrastrando disfuncionalidades de funcionalidades que no echaron a andar cuando aprendieron a leer; ¡como! ¿es que hay funcionarios universitarios, funcionales en tanto que no tienen total comprensión de lectura bajo todos los diferentes aspectos incluso de su materia especifica?. ¡Por supuestísimo que sí!. Por eso digo que no comprenderán ¡nunca! los principios y fines del campesinado porque se regodean además en el casino, el gabinete literario, club náutico y homónimos, envueltos en “abrigos de astracán” mientras el campesino, “a pie descalzo” rompe los carámalos en las veredas de las Lagunetas y en las periferias de Valleseco; así… es imposible, etc. .
Eso solo se conoce cuando no se vive, cuando solo se subsiste, cuando se malvive, porque el malvivir y el subsistir no es ciertamente el gozar del vivir que dilapidan algunos, y que pagarán sin remedio el precio de jamás comprender lo imprescindible para entender: por vivir necesariamente para el gozar; que siempre es exigente en el ignorar.
Así es que procedemos y perseveramos en lo sencillo. Ya el abrazo amoroso y vicioso dado al i.g.i.c. por los mandatarios, ha matado el espíritu de nuestro pueblo. Ya casi no queda quién sepa cargar una bestia; quién sepa enlazar y equilibrar una carga en la albarda; quién sepa echar una sobrecarga al pecho, con solo tres vueltas de la “vuelta”, para no moler soga; quién sepa que cuando se echa un surco ha de ponerse uno parado en cada una de sus puntas o extremos: Si en cada uno de ellos el surco corre para los pies, el surco esta llano como un plato. Y así en todas las labranzas, en todos sus detalles; lamentablemente es ya esta una sabiduría perdida que solo unos pocos viejos y algunos conocemos.
Los pocos conocimientos del agro que aún perviven ya agonizan en últimos estertores víctimas de la persecución lobuna de manadas de tecnócratas que no dejan limpiar de maleza un terreno antes cultivado, para cultivarlo ahora. ¡No se que nos harían si se nos escuchara respirar!.
No solo protegen malezas, presentes en todo el mediterráneo como zarzas, retamas, inciensos y demás; sino que mantienen a la par, permanentemente, un puño en alto para que nadie le parta la cara al i.g.i.c. ojo avizor que no se les joda el i.g.i.c. -Consecuencias: eso de cultivar la tierra en Canarias solo lo pueden hacer unos privilegiados lechugueros y habichueleros, que les son imprescindibles para remansar los mercados y que no fluctúen. Aquí se puede denunciar una dialéctica política (callada) de intereses propiamente dicha: a estos les dan las ayudas que hagan falta: y son los que protestan para expandir mucho humo, compinchados en macabra connivencia para dar a entender la ecuanimidad de las “políticas agrarias”, y que todos somos guales ante las ayudas. Se lo guisan y se lo comen todos ellos juntos haciendo el paripé peleándose en una guerra donde no hay enemigo de ninguna clase. El pulpito, el teatro y la vida, son así. No está falta de grandes actores la “escena” Canaria, ¡ni muchísimo menos!.
Luego tenemos el campesino kamikaze (casi extinto) que se juega la “vida” por separado -el que no interesa a la consejería- el que no produce todo el año, ni los productos que interesan. El que esporádicamente y por libre tiene los mameyes de sembrar papas. ¡Grave problema!, producto sagrado, prohibido y consagrado al i.g.i.c. El que actúe por su cuenta ¡sin permiso!, a ese lo trinca el intermediario por el pezcuezo y le saca la lengua medio metro.
Para disimular utiliza el cabildo, (en su cuota proporcional de responsabilidad) iba a decir: al abúlico, nefasto y funesto Demetrio, pero lo omito por si acaso estos de aquí, sigan la estela marcada por los de Tenerife y no vean justo que la gente se exprese y solo busquen en los textos la “palabrita” por la que se les puede meter mano. Utiliza por consiguiente al consejero a secas- como a una muñequita que le dan cuerda para bailar: como igualmente así se ha hecho con cuantos consejeros de agricultura desde la carta magna- para poner la granja antiagrícola e inexperimental dos veces al mes a la disposición de los cuatro locos que no han podido meter a viaje porque no han dejado crecer maleza en sus tierras,- y por lo tanto no pueden ejercer en su contra la ladina e inconstitucional ley que les maniataría e inutilizaría sus tierras en cuarentenal moratoria a perpetuidad.
No te partas un pie querido labrador vi-gi-la-do, si convaleces cinco meses y regresas a limpiar tu huerto, exactamente cuando te diriges a él, antes de tocarlo, escucharás una voz que de tras de una cara de mucha mala leche se timbrea, no para decir: buenos días señor ¿Cómo está usted? ¿necesita algo de la consejería? ¿ tiene algún trámite que nosotros le podamos traer cumplimentado mañana cuando pasemos por aquí?. ¡Nada de eso!: ¡¡¡usted no sabe que eso no se puede tocar!!!. ¡Llora el alma y los sentimientos de una tierra más caros al corazón!. Estamos ante el peor de los casos, pero es de señalar que como estas batallitas suceden en barranquillos y cañadas cualquiera de las dos partes tiene razón- palabra contra palabra- contra ello no hay luchador que valga. ¿Entones porque se utiliza este argumento?: para ennegrecer la crónica porque se han dado casos, y los mismos merecen.
Si sabemos y tenemos en cuenta que, cualquier mejora, cualquier cosa que se haga por los pastores y labradores, es una trampa envuelta en las brumas de la estrategia para no dejarles progresar (no se sabe aún porque: por eso elucubramos y hacemos conjeturas y aportamos posibles causas del mal causado; equivocadas seguramente; pero como ignoramos la verdad absoluta que absolutamente subyace, no nos queda mas remedio que especular ¿para que otra cosa nos serviría la cacareada libertad de expresión, el atendimiento personalizado y prometido por los elegibles elegidos?) lo que verdaderamente no sabemos es como y porque se disimula tanto esa presunta persecución al campo por omisión que anuncio: del arrinconamiento de la cabaña y de la huerta, porque ¡no me dirán! que las tierras no están totalmente abandonadas y que la genética animal canaria no se fue al carajo.
En el caso que nos ocupa, de las ventas en la “granja” sí sabemos el cuando: Dos veces al mes. Y también el como, que es: llamar a quintas a una nueva horda de intermediarios. Todos los labradores que asisten a esa mascarada ya son intermediarios potenciales: Una vez que han traído un saco de limones del vecino y le ha ganado libres más dineros de los que vale el limonero y el huerto donde esta plantado: esos, le van huyendo el culo a la tierra, y como el lobezno que prueba por primera vez la sangre se convierte en auténtico vampiro, estará con los ojos como chernes en la toponimia a que pertenezca, acechando a la ancianita para medio robarle los huevos de las cuatro gallinas; lujuriando el becerro que ya va creciendo, a ver como se lo queda más regalado; vigilando los pedazos de papas a ver ¡como se los come mejor!, resultado: Virus inoculado por el gobierno, la consejería y el cabildo en las pocas toponimias que quedan, algo labradas, enfermedad incurable transmitida en cuerpo de intermediario que es lo más seguro, expeditivo y eficaz para acabar con el más pequeño rebrote agrícola o ganadero; el más poderoso veneno sistémico para “quemar” todo lo que tenga hálito de crear ilusiones; de mantener y mantenerse de las tierras; de entender bregando en conjunto para que los que nacen en el agro puedan quedarse en el viviendo (aunque sea) con las necesidades primarias resueltas los menos favorecidos, que vendrían a ser todos los desafortunados inmigrantes que están durmiendo en cartones bajo bancos, resquicios y un montón de etc., además.
Generan las maquiavélicas estrategias -el caos- cuando los nuevos intermediarios acaben con las nimias fuerzas testimoniales agrícolas, no tendrán a quién comprarle ellos mismos, no volverán a trabajar el campo porque ya entonces tendrán 3 apartamentos y cuatro plazas de garaje alquiladas y se cumplirá el resultado pla-ni-fi-ca-do: Repletar Canarias de tabaibas y retamas, “cortarle la mano a quién las toque” para que todo lo que se consuma tenga que entrar por el muelle, a pagar el i.g.i.c., ese traicionero impuesto de abundancia para hoy y hambre para mañana. Mañana habrá que ir a empezar de nuevo en unas islas en estado primitivo con todo el trabajo perdido, en un estado de laderas con todos los bancales caídos: Las gañanías destruidas hasta los cimientos, las tomas de agua desde los barrancos para los embalses que ni se verán de entullidas; los pozos de menor cuantía desechados, sus máquinas hechas óxido, sus prospecciones llenas de taludes desprendidos; veredas y antiguos caminos desaparecidos enterrados en maleza, zarzales gigantes que habrán ahogado todos los castaños y nogales; genética ganadera amoldada a nuestro medio desaparecida; y sobre todo el conocimiento humano del medio, que también terminará de desaparecer. ¿Quién le enseñará en el futuro a los jóvenes que plantas y hierbas se pueden suministrar -un poner- al ganado estabulado y las que no?. ¡Que estamos en otros tiempos! - me dicen ufanos-: ¡¡Ojala no se equivoquen!!
Carecemos de prácticamente,- y ¿porqué no absolutamente?: de todas las materias primas -de momento- porque están totalmente ausentes las agrícolas, convertibles, (que serian las únicas) para la industrialización de las islas.
Sabemos que ningún gobierno que este en Madrid estará dispuesto, ni aún podrá pagar la multimillonaria factura de los fletes para traer desde -a veces- grandes distancias la materia prima y luego volverla a meter en el barco ya elaborada a gastar más pasajes. ¡De locura!. Eso ni lo permitirán los de allá, ni nosotros podemos pretenderlo. Tenemos que saber desde ya, imposible la industrialización a gran escala de las islas, que es la que sirve para algo.
Presiento que no me gustaría saber que meta es la de los distintos gobiernos de canarias. Y así mismo la que ha sido y es de los cabildos. Me gustaría esperar que no tuvieran meta alguna. Decía Nietzsche atenido a lo de las metas: “Más decidme hermanos: si a la humanidad le falta todavía la meta, ¿no le falta todavía también- ella misma?- Ello extrapolado no es nada tranquilizante y sí preocupante y sí muy de temer, porque si los que mandan no tienen puntos de llegada y de partida referidos a la labranza y no corren ni una sola carrera en ese “terreno”: que es la propia tierra -siguiendo con el paralelismo - da: que faltan gobernantes, que no existen en todas sus implicaciones, faltan a las ilusiones y a todo lo que se deriva del mando asía los cuatro puntos cardinales, por el hecho de faltar -no estar y no ser.
Si lo son a pesar de este planteamiento sacado de madre connivente, quedan estatificados automáticamente en un ente metafísico: dicho en palabras de mi hermano perico: un no se sabe si bello, jarrón decorativo, son.
Ese es el panorama queridos compatriotas: los apartamentos en manos de Alemanes, Noruegos, Escandinavos etc.; flota pesquera ninguna: de la artesanal ya se encargará la foca monje: cuando haya que ir a remo para no hacer daño con las hélices a los animalitos del señor; lo único que podíamos tener y hemos dilapidado en aras de un impuesto absurdo que cuando ya estemos dando la “boqueada” nadie pagará es: LA AGRICULTURA.
Ojalá no volvamos obligatoriamente a “polvear” gofio o a disputarnos los tunos colorados al navajazo. Cuándo los dueños del dinero cojan la chaqueta hacia nuevos buenos aires, ¿quien pagará el impuesto? ¿Si llegara el desastre, a quien se podría meter en la cárcel?: Absolutamente a nadie; eso es lo malo, pero no lo peor; lo peor le falta muy poco para terminarse de hacer y para que ya no haya remedio. Viva la modernidad: los jóvenes manchándose las pantorrillas con tinta china y todo el pasto sin segar en la cumbre. ¡¡¡Felicidades!!!.
Todo lo dicho queda (quiero que así sea) en el parámetro de la PRESUNCIÓN y la SUPOSICIÓN.
Antonio Domínguez Herrera (el barbero)