La toponimia es un campo del saber, que surge en el siglo XIX, con el que he estado en contacto desde el momento en que comencé a trabajar sobre nuestro Municipio de San Lorenzo, hará unos veinticinco años aproximadamente. Si buscamos la definición nos encontraremos con que la toponimia o también llamada onomástica geográfica es una disciplina del saber que consiste en el estudio etimológico de los nombres propios de un lugar. Para llevar a cabo un estudio de toponimia se requiere cierta formación y debido a ello nos encontramos con muchos errores a la hora de escuchar los orígenes de algunos de ellos, fundamentalmente, debido a que el atrevimiento lleva a los seres humanos a hacer afirmaciones que no están basadas en el estudio a través de la etimología, fonética, la historia o la morfología, por citar algunas ciencias relacionadas con este saber.
Los topónimos pueden tener su origen en un aspecto físico del terreno, como por ejemplo La Galera, o también pueden estar relacionados con nombres de personas, generalmente que han tenido relación con el lugar, por ejemplo, Casa Ayala. Los topónimos pueden ser clasificados de acuerdo a su manera de referirse al lugar en tres tipos:
- a. Topónimos, en principio, de origen desconocido, generalmente procedentes de nombres antiquísimos que con el paso del tiempo ha dejado de comprenderse su significado por diferentes cuestiones, en nuestro caso, por la pérdida de nuestra lengua amazigh al imponerse la de los conquistadores. Un ejemplo, muy cercano, sería Tamaraceite.
- b. Topónimos que describen o enumeran alguna característica física del lugar, por ejemplo El Toscón.
- c. Topónimos que tienen su origen en nombres de persona (o antropónimos) o derivados de ellos, podría ponerse como ejemplo el de Hoya Andrea.
Dentro de la toponimia podemos encontrar muchísimos términos para designar a los diferentes topónimos según su origen, como ejemplo de ello están los hagiónimios o los que proceden de nombres de santos, como por ejemplo San Lorenzo, suelen ser muy modernos.
He tenido la suerte de poder desentrañar el origen de muchos de nuestros topónimos y entre ellos, y dentro del grupo b, estaría La Galera, que es un ejemplo de topónimo equivocado porque en realidad debería ser La Calera porque en el suelo de dicho lugar abundaba la cal y allí se construyeron hornos de cal ya desde finales del siglo XV, por lo que se trata de un topónimo muy antiguo. Se puede indagar al respecto, y sobre el resto de topónimos que vamos a encontrar, en alguno de mis libros y en la página web www.municipiodesanlorenzo.com.
Otros casos, por sólo citar algunos de los muchos que poseemos y he podido encontrar su origen, sería el de Hoya Andrea que debe su nombre a que esos terrenos pertenecieron, entre otros muchos, a Andrea de Valerón, una poderosa mujer del siglo XVI, de Tamaraceite.
La Montañeta que ha perdido el nombre de su primer poseedor pues era conocida como la Montañeta Bermeja de Juan de Rivera, su poseedor en el siglo XVI. En este caso se combinan la característica física y el nombre de uno de los poseedores de esa zona emblemática de Tamaraceite.
El Zardo, otro topónimo equivocado pues debería ser Sardo, pues se trata de las tierras de una capellanía que tuvo Ignacio José Sardo, hombre que vivió en el siglo XVIII.
Román, que también debe su nombre al poseedor de aquellas tierras Alonso Román y Falcón, un hombre que vivió entre el siglo XVII y XVIII y que fue alcalde del Municipio de San Lorenzo.
El Barranco del Pintor, debería ser el Barranco de Alonso de Ortega, el pintor. Se trata de uno de los principales pintores canarios del siglo XVII-XVIII.
El Rincón, otra equivocación debida a la transmisión oral, que nada tiene que ver con un rincón, y el tiempo transcurrido pues debería ser El Riscón de Burgos ya que se trata de unas tierras de las que era poseedor Gonzalo de Burgos, personaje a caballo entre el siglo XV y XVI, uno de los conquistadores judíos que acompañaron a Pedro de Vera y que consiguió ser el primer secretario de aquella ciudad, Las Palmas, que empezaba a formarse.
Sobre el Barranco de la Ballena tengo una hipótesis porque es mucho más lógica la relación de este barranco con la abundancia de agua que por él pasaba en siglos anteriores y la gente, al ver el barranco lleno, manifestaba la barranquera va llena. Aquella característica de riqueza en agua se cambió por ballena, que nada tiene que ver con ese noble animal y sí con la gran cantidad de agua que recorría aquel barranco. Testimonios escritos de aquella riqueza en agua los tenemos abundantes en los siglos XVII y XVIII.
En mis viajes a Marruecos siempre he intentado buscar el origen exacto del nombre del cantón que fue esta zona de la Isla antes de la llegada de los europeos y, esta vez, creo que puedo aportar algo al respecto. Sobre el topónimo de Tamaraceite se ha escrito mucho, y cada persona que lo estudiaba daba su versión. Con ocasión de mi último viaje, y como continuación de otros muchos anteriores, les diré que en los pueblos del interior se pueden apreciar rasgos físicos que tienen mucho que ver, en mi caso, con mi niñez, con vecinas que me vinieron de nuevo a la mente porque sus rasgos continúan hoy en día en ese Marruecos profundo como señal de que allí están nuestros orígenes. Tampoco es nuevo el nombre de la isla, conocida como Tamarán, en relación a las palmeras y sus frutos, o támaras.
Está claro, desde hace mucho tiempo y estudiado por historiadores, arqueólogos y antropólogos, que nuestras islas fueron pobladas entre 600 y 1.000 años antes de Cristo. Nuestro origen bereber es indudable y no voy a citar aquí a los que han hecho trabajos pioneros y muy interesantes al respecto, porque lo podemos estudiar a través de la numerosa documentación existente. Lo que quiero aportar, además de lo ya sabido de que aquella lengua bereber sigue hoy en día presente en nuestra toponimia, es que muchas respuestas están esperando ahí, enfrente, a que se vaya en su búsqueda. Tamaraceite está presente en el continente con palabras muy similares, como por ejemplo Tamanrasset o tamarzigh. Tamara es el nombre del fruto de la palmera, no de la tamara de la palmera canaria, que mencionaba mi bisabuela, aquel fruto que me hacía carraspear, sino con el significado de dátil. Los dátiles se conocen en todo Marruecos con el nombre de tamara. Entre un grupo de hombres de la zona de Agadir pude darme cuenta que ellos utilizaban el término ceite para denominar pueblo o lugar. Por lo que tendríamos el pueblo o lugar de las tamaras o si se quiere, aunque en toponimia se debe intentar utilizar lo menos posible la traducción, el pueblo de los dátiles, por la riqueza abundante de aquel manjar. Toda esta zona estaba cubierta de palmeras, posiblemente abundaran la palmera datilera, fruto de aquellas semillas que trajeron los bereberes en su huida de su zona de origen y que se adaptaron rápidamente por la similitud climática. Las Palmas fue fundada en Tamaraceite, en los límites de aquel legendario cantón, y su nombre europeo refleja la riqueza verde de aquel palmeral que se fue talando para diferentes cuestiones: construcciones, hornos de cal, ingenios azucareros…Los europeos iban a los Altos de Tamaraceite en busca de palmitos y frutos y eso lo podemos apreciar en las crónicas de los cronistas que acompañaron a aquellos primeros conquistadores.
También durante mis visitas a Marruecos he investigado sobre el origen de otros topónimos que pudieran tener relación con algunos de los nombres de nuestras islas, pero sobre esta toponimia haré otro trabajo que, en su momento, también podré hacer llegar, si así lo desean, a todas y todos los lectores de todo lo que acontece en nuestra Jurisdicción y Municipio de San Lorenzo de Tamaraceite.
Juan Francisco Santana Domínguez
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