Tino Torón, el amante de la cultura, el hermano del trabajo, el padre de su variada obra personal, autodidacta, tan personal porque no ha permitido aportaciones, entradas ajenas en su obra, ni en su pintura, escultura, poesía y prosa.
Cuando conocí a Tino Torón, al igual que cuando he conocido a los hombres más inteligentes del Municipio de San Lorenzo, me pareció así dicho de un jalón: descafeinado. Sucede contrariamente, a esos efectos, cuando uno intima con esa gran mayoría de Juan Lanas charlatanes, vacíos de contenido, que son los más atractivos a primer choque y sólo resisten la primera experiencia, cuando la resisten. Cuando comencé adentrarme en el pensamiento de Tino, que valoro a la par de su arte, me quedé como suele suceder anonadado, hasta que punto puede estar uno frecuentando durante largos años a una persona que tiene que ser un flash instantáneo, inmediato, que el que mejora a uno mismo apriorísticamente, haciendo tambalear el equilibrio de percepción para que caiga del lado de una fortísima intuición, que predica que no se encuentra uno ante un hombre cualquiera.
Cuando conocí a Tino Torón, al igual que cuando he conocido a los hombres más inteligentes del Municipio de San Lorenzo, me pareció así dicho de un jalón: descafeinado. Sucede contrariamente, a esos efectos, cuando uno intima con esa gran mayoría de Juan Lanas charlatanes, vacíos de contenido, que son los más atractivos a primer choque y sólo resisten la primera experiencia, cuando la resisten. Cuando comencé adentrarme en el pensamiento de Tino, que valoro a la par de su arte, me quedé como suele suceder anonadado, hasta que punto puede estar uno frecuentando durante largos años a una persona que tiene que ser un flash instantáneo, inmediato, que el que mejora a uno mismo apriorísticamente, haciendo tambalear el equilibrio de percepción para que caiga del lado de una fortísima intuición, que predica que no se encuentra uno ante un hombre cualquiera.
Antonio Domínguez (izquierda) y Tino Torón (derecha)
Por supuesto que no olvido las artes propiamente dichas, mayores, donde Tino, en la que menos domine le da esa impronta personal alejada del resto. Que se tiene o no se tiene. Siendo él, de los pocos que tiene ese sitio recóndito donde estar con esa propiedad de su propiedad, que se llama inaccesibilidad e inexpugnabilidad, se trata de la larga distancia poco finita, que hay desde él a las personas sin posibilidades artísticas y culturales.
Lo de siempre, en los estratos bajos de poder económico habemos hombre extrañados sin comprender la buena fortuna del que sobresale o de los que sobresalen porque vemos a gente de manifiesta menor valía tomando las mieles de los cargos y las distinciones (casi siempre inmerecidas por supuesto), en todas sus exteriorizaciones artística, sin importar nada son buenas ó malas.
En la amusicalidad que hoy se llama música y en los desconciertos a los que se le llama conciertos vemos a Bisbal tirando brincos de nive, de un metro y pegando gritos como un reventado, mientras que en los “campos de concentración” que constituyen las barricadas, conocemos a uno o una que nació exclusivamente para cantar porque cuando abre la boca para hacerlo, se para el aire y fluyen los sentimientos de bienestar y deleite al punto que desborda las emociones: eso que no se queda solo en la música. En la pintura vemos las salas de exposiciones, todas llenas de mensajes imposibles del “arte” posmoderno donde no hay composición, ni dibujo ni técnica del color ni unicidad de color, donde lo único que se persigue (entre ellos) es una catarsis, cretino-colectiva, mientras en los campos de concentración y estratos antes nombrados, conocemos uno que pinta a lo grande y solo le admiten exponer sus cuadros en las casas de la cultura o a lo sumo en el Club Náutico porque ahí expone cualquiera. Pero que se olvide de las salas de nombre esas están para los Bisbales y los Bustamantes de la pintura y así pasa con la literatura y la poesía, llena de bodrios y libros de gran tirada sin esencia ni continencia, ni contenido.
La cultura como medio esforzado: acople que tiene el hombre, para defenderse del y en el medio natural ha avanzado mucho, porque crece conforme a la necesidad práctica, empírica e implícita en cada individuo (ley de la forzocidad de adaptación). Esa misma forzocidad para el bien o para el mal, en la convivencia da, que la necesidad progresa en cualquier sentido y no se detiene nunca, referida a la colectividad, otra cosa es la individualidad cuando toca a otros efectos, que ya no son colectivos; que son los que hacen y desarrollan las incontables formas de ser.
La otra, la cultura cultivada, elaborada, manufacturada hasta la esencia, esa no anda bien porque ahí si que no se puede llegar a ese terreno sin arduo trabajo y fatiga de quitar horas al sueño y se ha de tener una configuración psicológica determinada, eso que llaman el “DON”; sin el cual por otro lado no se puede aspirar a amarrarse perfectamente los zapatos. Ese DON con mayúsculas a-viene de agraciado y hay que escribirlo en minúsculas. Tino por naturaleza.
El Don con el Don de Torón se paga, pero no se pega, nadie le emula porque todos los demás tienen pequeños insignificantes dones que no van a ninguna parte y a los que sus propietarios les creen cohetes intergalácticos. Así es la ñoñéz ignorante que no considera de ninguna necesidad enfrentar, comparar y compartir porque elevan su candidez imbécil a alturas inventadas superiores, eso creen, que verdadero gran Don que no son capaces de apreciar ni aunque le vean, como de hecho le ven, delante de sus narices.
Hay que estar como he estado yo en la casa de Tino Torón en la bajada a la vieja Tenoya (Tenesoya). Cuando Tino me llevó a cada una de sus múltiples dependencias ….y el jardín ¡ ay mi madre! casi nada la tremenda belleza que ha conseguido y casi nada lo que ha trabajado Tino en esa casa y ese jardín; tiene agrupado todo lo que ha hecho en pintura, miles y miles de folios en prosa y poesía, tongas de estudios de diseño y sobre todo esculturas en piedra, y madera, las más, tantas que tiene unos amplios sótanos y un solar adyacente por los que malamente se pasa el estrecho pasillo central. La laboriosidad de Tino es incesante, la artística y la social que, siendo también intensa, al no ser de mi mayor gusto valoro menos y solo reflejo a fin de sumar todo esto a la defensa de ocho horas de labor que hace Tino en su trabajo por cuenta ajena que hace Tino para ganar el sustento. Yo me he preguntado: ¿Cuándo y cómo caray duerme Tino? ¿Cómo caray no ha perdido Tino el Tino?,
La obra completa de Tino es impresionante, con esta verdad incuestionable trato y con todo, el ejercicio que aquí se contiene, va derecho por mi parte al ejercicio, admirado de reconocimiento, a alguien que nunca lo ha tenido. Estoy por ver una sola loa pública a Tino en los medios de un solo capitoste o clérigo que tienen a familiares y difuntos inmortalizados en bronce por toda la geografía. Obras ésas de Tino, o no cobradas. o malamente colaboradas.
En un primer lugar más, lo que es incontrovertible en esa concepción global de la obra de Tino, es la extrema coherencia de su trabajo y de su vida y de su figura el artista que vive las lunas y las noches de Tenoya en los tagorores de la ensoñación; a la distancia apropiada y suficiente de los bailaderos de las brujas, siempre empeñadas en transmitirle surrealistas trazos que Tino escucha en la distancia, e influyen en su obra en su contrafigura trabajando en silencio, pensativo, un reflexivo artista que cuadra su mensaje, de soledad de profundidad, de exactitud y de poesía.
Eso está sobre todo, en la escultura sus series naturales anti bautizadas por él como “LA CUMBRERA” se desarrollan aprovechando la morfología de la madera a la que siempre le encuentra un ojo, una nariz, la boca, ya en ella preinstalada y a la que le bastan un par de toques de gubia para decir y ser un autentico libro de expresiones y sentimientos; como si ese artista que antes está hecho para la bohemia poseído de los rencores y por los deberes de haber nacido a la incapacidad de maniobra económica, se revelara en su interior construyendo una arquitectura escultórica exacta, que refleja con rigor su propia ambición poética de perfección.
Sentí allí en mi primera visita a su casa una enorme emoción y un rendido reconocimiento, como si de pronto Tino se hiciera presente al desconocimiento parcial de él tenía y estuviera allí ante el desconcertado desbarajuste de una mirada para que acaso le dijera lo que nunca le pude decir por desconocimiento y que de hecho en cuanto tome resuello le dije hasta marearle.
Mientras tanto Tino sigue haciendo su obra y de hecho ese proyecto global aun inconcluso, pero el emprendimiento de Tino lo va prolongando milagrosamente teniendo en cuenta que casi no tiene tiempo: y total para que en este mundo, todas las cosas que se hacen, los que siguen, las dejan en el desván del que ya no despiertan.
Toda la vida y la obra de Tino Torón es un patrimonio magnifico, allí esta en Tenoya creciendo a pesar del lamentable olvido y postergación
Viendo esa obra ahí en perfecto desorden que no obedece al orden de ser ordenada, pensé en otras obras dispersas de los grandes maestros históricos, como Leonardo por poner un ejemplo.
En Canarias seguimos con la mano en la frente haciendo de parasol a los ojos que no ven a lo lejos. El patrimonio que se ha ido haciendo por hombres desconocidos requiere una mayor visión y actuación que exponga ante la ciudadanía lo que se hace para que la memoria sea mejor y más conocida, ¿por qué no se tienen esa ambición de duración y conocimiento?
Tino, se apagaran las estrellas, se diluirá la luna, se estrecharan o se ampliaran los márgenes del ancho mar, más, no habrá suceso que extraiga de lo recóndito de mi persona el respeto distinguido que no morirá con la vida, aun cuando esta ya no sea.
Antonio Domínguez Herrera (El Barbero) Tamaraceite-Noviembre 2008
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