La colonia agrícola de Noetinger durmió esa noche con un ojo solo, estaba todo el trigo emparvado, buena cosecha fina la de 1942, pero el sol apretaba demasiado con sequía, faltaba agua para el maíz y las pasturas y.. se venían las langostas.
Los colonos, sus desgracias y miedos no las ventilaban con proveedores, cuidaban el único capital, su estoicismo, las confesaban sin reparo alguno a los tres ancianos mas instruidos del pueblo, al boticario sefaradí de Barcelona, al medico francés de Gruchy Normandía y al cura navarro de Iruña, quienes para descargar tanta tensión, luego de la cena bien regada, tomaron también fresco hasta que los gallos cantaron, discutiendo por discutir como siempre, sobre política, la guerra mundial y preferentemente sobre pintura, mintiendo a mas no poder sobre los museos que habían visitado en Europa antes de venir hacia America.
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Los colonos, sus desgracias y miedos no las ventilaban con proveedores, cuidaban el único capital, su estoicismo, las confesaban sin reparo alguno a los tres ancianos mas instruidos del pueblo, al boticario sefaradí de Barcelona, al medico francés de Gruchy Normandía y al cura navarro de Iruña, quienes para descargar tanta tensión, luego de la cena bien regada, tomaron también fresco hasta que los gallos cantaron, discutiendo por discutir como siempre, sobre política, la guerra mundial y preferentemente sobre pintura, mintiendo a mas no poder sobre los museos que habían visitado en Europa antes de venir hacia America.
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