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Anoche, 12 de agosto de 2011, me acercaba a San Lorenzo a saludar a la Comisión de Fiestas y a la gente entrañable que siempre te encuentras en estas visitas a este lugar tan significativo y acogedor. Como siempre me recibieron muy cariñosamente y con una atención y un cariño que te hace sentir como en tu propia casa. No había podido asistir a ningún acto de los programados por encontrarme de vacaciones en Marruecos y, como es de costumbre, se me hizo entrega, por parte del  Sr. Santos López, Presidente de la Comisión de Fiestas, amigo y compañero de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y de nuestro Municipio de San Lorenzo, de un programa de fiestas, en sobre cerrado y a la atención del que escribe. En dicho programa me encontré con un escrito, de uno de mis libros, referente a algunos datos de las fiestas de San Lorenzo a través del tiempo. Les agradecí la publicación de ese pequeño artículo en el programa de las fiestas del año 2011. Se puede apreciar el carácter reivindicativo y la diferencia de trato, aunque se haya logrado por la actuación de la Comisión de Fiestas, con San Lorenzo como entidad de Pueblo y no como si se tratara de un barrio más de la Ciudad que nos ocupa ilegalmente. Se trata de pasos importantes pero, de forma evidente, insuficientes en nuestras reivindicaciones de volver a nuestro estatus diferenciado que nunca debimos perder.

Toda mi satisfacción, al llegar a casa, siempre se torna en desazón y un sentimiento de frustración me invade. Esto es debido a que en el sobre en el que se encontraba la invitación aparece el sello del Ayuntamiento de las Palmas de Gran Canaria y la Concejalía de Distrito. Yo no acato ni acepto esta intromisión, llevada a cabo a la fuerza y contra la legalidad, y es por ello que en ese sello intento ver la bandera de San Lorenzo y la firma del que en realidad sí que sería mi Alcalde, el del Municipio de San Lorenzo.

Como ampliación al trabajo que podemos leer en el programa de fiestas quería hacer un escrito de participación en estas fiestas 2011 en las que no he podido estar presente. Al comienzo podremos ver que el texto que acompaña es el mismo pero he querido ampliar ese trabajo y este es el resultado.

Ya en los primeros años de edificada la ermita, en la primera mitad del siglo XVII, se hacía alusión a la fiesta del Santo, pero la importante celebración del día del mártir San Lorenzo no siempre fue igual a lo largo de los años, dependiendo de muchos factores, tanto religiosos como políticos o económicos. Lo cierto es que la fiesta del Santo Patrono tiene tal raigambre que merece un trabajo específico, por ser una de las más importantes de la Isla y por atraer a devotos de todas partes.

La primitiva ermita se edificó en la parte sur del poblado del Lugarejo y el solar fue cedido por los vecinos Bartolomé Díaz y Juan Domínguez. El sitio de la Plaza de San Lorenzo fue donado por el Capitán Francisco Déniz y por su esposa Melchora de Torres, ya que éstos eran los dueños de aquellos terrenos, y en el año 1658, ya fallecidos, se produce una venta por el Alférez Juan de la Nuez y su esposa Dª Felipa Déniz de Torres, hija de aquellos, de unas dos fanegadas de tierras, que venden al labrador y vecino del Lugar de San Lorenzo de Tamarasaite, Lucas Lorenzo, yerno del Capitán Lázaro de Ortega, que lindaban por la parte de abajo con la Plaza de la Iglesia y por arriba con las tierras del mencionado Capitán Lázaro de Ortega[1]. En el mismo documento se dice que el nombrado Capitán Francisco Déniz no sólo cedió el terreno para la Plaza sino que también el de la Ermita, lo cierto es que estos terrenos en parte o en su totalidad le pertenecían.

Dando un salto en el tiempo, el cinco de agosto de 1827 la Alcaldía de San Lorenzo ordenaba arreglar el camino que venía de la Ciudad porque si así no se hacía “a la fiesta del Santo temerán muchos venir”. Está claro que mucha gente de la Ciudad venía ya por aquellos años a las Fiestas de San Lorenzo.

Desde el Gobierno Civil llega a San Lorenzo un comunicado, el día 23 de enero de 1865, que decía: “Siendo potestad de la autoridad el conceder la autorización de lanzar voladores con motivo de festividades, le prevengo y tomo las  disposiciones convenientes para que no se venda un solo cohete o volador en ese Pueblo sin que usted sepa a quién y para qué, que la omisión la castigaré con severidad. En ese Pueblo El Jorobado es el que se dedica a fabricar voladores. A este sujeto es a quien debe usted dirigirse y hacerle saber la obligación de cerciorarse de la persona o personas a quién vende los voladores”. Le contesta el Alcalde de San Lorenzo que notificó esa orden a D. Pedro Rodríguez, al que el Gobernador Civil, de forma indebida, llamó Jorobado, persona que firmó muy bien.

La festividad del Santo guardaba mucha relación con la economía del momento y así podemos verlo el 1 de julio de 1875, siendo Alcalde D. Francisco Rodríguez Lantigua, en donde podemos leer: “Al estar próximas las fiestas de Nuestro Patrón Señor San Lorenzo, con el fin de contribuir a que se haga con la debida decencia, el Ayuntamiento acordó presupuestar en el corriente año 225 pesetas para dicho objeto y de ellas se emplearían en fuegos 112 pesetas con 50 céntimos”.

El 26 de julio de 1879 la economía municipal no era muy boyante y ello lo demuestra que el Ayuntamiento acordó “que del capítulo de imprevistos se tomaran 20 pesetas que se entregaron al concejal D. Antonio González Naranjo para que las invirtiera en lo que considerara preciso para atender a la Fiesta del Patrono, tanto la víspera como la fiesta y lleve el orden y el cuidado de la plaza y puestos públicos que puedan colocarse en la misma según costumbre, para lo cual se pondría a sus órdenes al Municipal de este Ayuntamiento y además se asociaría del Alcalde de Barrios”.

Como se puede ver las cantidades asignadas son muy diferentes y también se puede observar que la colocación de puestos con productos para la venta, en la Plaza de San Lorenzo, era ya una tradición desde aquel entonces. Nos podemos imaginar la venta de queso, chorizos, bizcochos, miel y otras elaboraciones caseras, además de los productos propios de la tierra.

El día 12 de marzo de 1888, se concluía la nave lateral de la Iglesia que presentaba menor altura y se emprendieron las mejoras de la otra nave, con un presupuesto de 500 pesetas, aportando el vecino Antonio Sánchez la mitad de lo presupuestado, que había sido reunido a base de limosnas aportadas por el vecindario. En esta ocasión fue el Ayuntamiento de San Lorenzo el que aportó la cantidad que faltaba para poder dar comienzo a  la  obra, entregando  cien  pesetas  de  su  presupuesto municipal, que en  principio estaban destinadas para fuegos artificiales que se utilizarían en la fiesta de San Lorenzo, pero al darse la circunstancia de que los vecinos los habían comprado con sus ahorros, decidieron invertir la partida en las obras de reparación de las naves laterales.

En el año 1899 ya se disponía de una Comisión de Festejos y en tal sentido el Ayuntamiento acordó darle autorización para que contratara con el director de la Banda de Música de Arucas “las tocatas para la Fiesta del Patrono San Lorenzo”.

En el año 1914 las Fiestas de San Lorenzo tuvieron un acto muy especial cual fue una proyección de cine al aire libre y por ello se acordó, por el Ayuntamiento, que se adeudaba a D. Pascual Salmerón García los gastos que habían ocasionado el transporte, la instalación y el regreso del cinematógrafo a la Ciudad.

La Plaza de San Lorenzo, en la que se desarrollan la mayoría de los actos, es un lugar tradicionalmente entrañable y lleno de anécdotas, allí se han celebrado reuniones muy importantes para la historia del Municipio y todos sus alcaldes la han atravesado con su bastón de mando. El seis de mayo de 1826 se le coloca piso a la Plaza de la Iglesia de San Lorenzo “por el mal piso de sus alrededores y del baldosado interior de la Parroquia por lo indecentes que se hallan las naves colaterales. Se obligó a los vecinos a traer de la cantera las lozas que están sacadas para la Iglesia”.

El 31 de octubre de 1899 llegaba un ofrecimiento a la Corporación relacionado con el embargo de una finca y solar, en donde antes había estado construida una casa, contiguo a la Plaza de San Lorenzo, por lo que se acordó aceptar la oferta de compra al no poder afrontar el pago de la contribución D. Francisco Ramírez Martín. Fue comprado por 82 pesetas para “alinear la calle del Calvario y hermosear aquel sitio junto a la Plaza del Pueblo”. Al año siguiente, en 1900, el día 11 de marzo se acordó en la Corporación que D. Santiago Bravo de Laguna, vecino del término municipal, “toda vez que reunía suficientes conocimientos para ello y como en este Pueblo no existe arquitecto municipal, levante a la mayor brevedad posible los planos de la Plaza de San Lorenzo y sus calles laterales, reseñando las nuevas alineaciones de las calles poniente y naciente para que sean aceptados lo planos”. Este documento nos aclara quien fue el diseñador de la actual Plaza y el momento en que fue modificada.

Ya en el documento de creación de la ermita, en el año 1638, se nos decía que en el solar había espacio para una plaza en la parte delantera y por la trasera una calle para poder sacar al Santo en procesión. Desde  el  primer  momento  se  le  hizo la fiesta al santo oscense, en el Lugarejo de Tamarasaite, por aquellos primeros  mayordomos  siempre  apoyados por el fiel y pobre vecindario que donaba animales, trigo y otros productos de la tierra, para que se vendieran y así sacar la suficiente cantidad de reales para, entre otras cosas, celebrar la festividad de su Santo Patrono.

En el año 1667 se reunieron 27 reales de limosna cuando San Lorenzo fue en procesión a la ciudad de Las Palmas, posiblemente acompañando a la Virgen del Pino que venía desde Teror para aplacar alguna epidemia o sequía que azotaba a la Isla, hechos muy frecuentes por aquellos años, o bien para que la presencia de las imágenes ayudara a recuperar al Obispo D. Bartolomé Ximénez, que había sido víctima de un envenenamiento en el citado año.

En las cuentas de la Fábrica Parroquial del 25 de octubre del año 1672, siendo mayordomo Domingo Rodríguez, se pueden ver los ochenta reales que se gastaron en el día de la fiesta del Santo, además de los siete reales de cera que se gastaron el mismo día, cantidades importantes que demuestran la gran magnitud de aquellos actos, evidentemente no se trataba de una fiesta cualquiera. Para comparación baste la muestra de que doscientas tejas, para techar la Iglesia, costaban sólo nueve reales.

El día 2 de noviembre de 1672 entró Lucas Lorenzo, uno de los pocos vecinos que sabía firmar y yerno del Alcalde Lázaro de Ortega, a desempeñar la mayordomía de la Fábrica, continuaron las fiestas en honor de San Lorenzo y por no haber nadie que las organizara se encargó de tal evento la Cofradía de la Fábrica, destacando el gasto de setenta reales en las celebradas en el año 1676 y la misma cantidad en las del año 1679, que se utilizaban en cubrir los costos del servicio de los curas, sermones, agasajos y otros gastos.

De los años intermedios a esas fechas nada se dice, posiblemente no se hicieron fiestas de realce, debido unas veces a los años de epidemia o escasez y en otras ocasiones a la pobreza casi generalizada de sus moradores, pero lo que sí podemos afirmar  es que el activo vecindario no dejó de acudir a las procesiones y sencillos actos que se hacían en honor del Santo.

Cuando  se  nos  habla  de  que la Cofradía era la que organizaba los festejos, por no haber nadie quien lo hiciera, es algo lógico, pues bastante tenían aquellos pobres labradores en intentar sacar el mayor partido a sus tierras y en cuidar a sus animales, ya que de otra cosa apenas entendían, y solo serían unos pocos vecinos, de las familias más pudientes del Lugar, los que realmente pudieran organizarlos.

Llega el momento de la creación de la Parroquia en el año 1681 y los vecinos seguían contribuyendo a la Fábrica Parroquial con cantidades importantes de productos de sus campos y así, entre los años 1680 y 1687, se entregaron  en cuestión de limosnas doce fanegas y media de trigo que supusieron después de su venta unos 130 reales, una fanega de “millo” que supuso ocho reales, se recogieron 24 reales y medio de limosnas cuando San Lorenzo acompañó de nuevo a la Virgen del Pino a la Ciudad.

Entre estas dos últimas fechas la Fábrica Parroquial se gastó 186 reales en la organización de las fiestas de los años 1681, 1683, 1684 y 1685, es decir una media de 46´5 reales en cada una de ellas, mientras que en las de los años 1680, 1682, 1686 y 1687 fueron determinados vecinos los que corrieron con los gastos de las celebraciones. En las fiestas y procesiones de los años  mencionados, en que tuvo que organizarlas la Fábrica, se tuvo un gasto de 27 reales en ramos de palma y olivo, 38 reales invertidos en hinojo, juncos y ramas para enramar la Iglesia. Nos podemos hacer una idea del colorido y frescor del edificio parroquial, del trabajo compartido de los vecinos en cuanto al adecentamiento de su Iglesia, de la llegada de los curas a lomos de los caballos, de las ofrendas a pie de altar, de los bailes en la plaza, de las reuniones a toque de campana o del recorrido de la procesión, por aquellas sinuosas y estrechas calles, a la que acompañaba el Sr. Alcalde con vara en mano.

De las cuentas que presentó el mayordomo Francisco Lorenzo  al  Obispo D. Juan Ruiz Simón, correspondientes al período  de  tiempo que va desde 1697 al mes de febrero de 1707, se recogen unos gastos totales de 1545 reales y siete cuartos, y de ese montante se emplearon en las fiestas de San Lorenzo un total de 887 reales y seis cuartos en cera, incienso, palmas  y ramos, lo que representaba más del cincuenta por ciento del total de los gastos de la Fábrica Parroquial y eso sin contar las aportaciones del vecindario, que como siempre debieron ser muy generosas.

El 29 de junio del año 1709 tuvo lugar en el pueblo una procesión general con las imágenes de la Virgen María, Nuestra Señora del Buen Suceso, San Sebastián y San Lorenzo, a las que acompañaba el primer cura de esta Parroquia, el todopoderoso Juan González Travieso.

Hay que volver atrás en el tiempo para ver como ya por el año 1662 se hablaba de la imagen de San Sebastián, “...cuya fiesta hacen los mozos”, hecho que nos demuestra que los jóvenes del lugar sacaban la imagen y le hacían su fiesta particular, llevándolo en andas por todos los caminos de la Jurisdicción.

Lo mismo sucedía con la fiesta de Nuestra Señora del Buen Suceso, ya que al morir Dª María Rivera, mujer que dio nombre a los Llanos de María Rivera, uno de los pagos del municipio de San Lorenzo, su esposo Francisco Rodríguez, el día 10 de mayo de 1666, dijo que su mujer había dejado un vestido de tafetán blanco doble a Nuestra Señora del Buen Suceso del Lugarejo, y también mandó a que se le hiciera una fiesta con sus respectivas misas y procesión y que todos los gastos corrieran a cuenta de sus numerosos bienes.

Desde aquel momento, las fiestas en honor de Nuestra Señora del Buen Suceso fueron cogiendo muchísima importancia y la imagen se convirtió en centro de atención preferente, debido a la devoción que despertaba entre los feligreses, no sólo del Lugar, sino de otros lugares de las Islas, al igual que sucedía con San Lorenzo, “... si grande fue  la  devoción  profesada a tan  milagrosa imagen en los tiempos pasados, no es menor la que actualmente se le profesa; conmueve, mejor diré, enternece ver la multitud de romeros  que, en el día del Santo, acuden desde los pueblos más apartados de esta Isla y aún de las Islas hermanas, recorrer de rodillas en continuada procesión la Iglesia, desde la puerta de entrada hasta el trono en que está la dicha Imagen. Abogado especial de las enfermedades de pies y manos y principalmente de eccemas, enfermedades de la piel y quemaduras...”.

El hecho de que gente de otros lugares acudan a San Lorenzo, en el día de su fiesta mayor, hace que acudamos a otros autores en busca de información al respecto y vemos como Manuel Alemán nos dice, que la fiesta canaria es la oportunidad que tiene nuestra gente sencilla para ampliar su espacio vital, o también, cuando Felipe Bermúdez nos dice que, los pueblos de las islas han sufrido, hasta no hace mucho tiempo, un gran aislamiento y por lo tanto la fiesta les sirve para entrar en relación con los pueblos vecinos.

El 26 de febrero del año 1718 Juan de Candelaria, ex mayordomo de la Fábrica, manifiesta su deseo de que perpetuamente se hiciera una fiesta, con su misa y procesión, a Nuestra Señora de Candelaria, por un valor de doce reales, impuestos sobre sus pertenencias en el Lugar, que eran una casa con su alpende y cercado, valoradas en 400 reales.

En el año 1730, siendo mayordomo Juan de Montesdoca,  visitó la Parroquia el Obispo D. Pedro Manuel Dávila y Cárdenas, momento en que el índice de pobreza de la población era altísimo, así y todo en el día de la fiesta del Santo se reunieron de limosnas 14 reales y tres cuartos. Los gastos de cera eran notables en los días festivos y así en 1731 se emplearon 61 reales y medio en las celebraciones del Domingo de Ramos, Jueves Santo, Pascua de Pentecostés y Pascua de Resurrección; en la Pascua de la Navidad se emplearon doce reales en dos libras de cera.

Durante los próximos años de 1732 y 1733 se vislumbra  una  cierta mejora en la economía del Lugar, así lo demuestran los diferentes tributos y limosnas, por ejemplo se entrega una fanega de grano que se vendió en diez reales y en el día de la festividad de San Lorenzo del año 1733, los donativos ascendieron a 21 reales y dos cuartos, cifra que aumentó con respecto a la del año 1730.

Al igual que se celebraban las fiestas y procesiones en la Parroquia, también en las ermitas se llevaban a cabo estos actos, fundamentalmente en las de San Antonio Abad de Tamaraceite y en la de San Pedro de Tenoya, de esta última en concreto, con ocasión de la visita de 13 de octubre de 1737 del Provisor y Vicario General de Santo Domingo en la América y visitador de la Diócesis, el Licenciado Palencia, manifestó que se le hiciera saber al patrono de la ermita de San Pedro de Tenoya que siguiera cumpliendo como hasta aquel momento se había hecho en cantar la misa, y que se hiciera la procesión el día del Santísimo por el venerable cura de la Parroquia, como había sido “ práctica de tiempo inmemorial”, lo que demuestra la antigüedad de la citada ermita y de sus actos festivo-religiosos.

Cuatro años después, concretamente el 12 de agosto de 1741, el Capitán D. Juan González Travieso(curiosamente se repite el nombre y apellidos del primer cura, no en vano era sobrino del mismo y hermano del segundo cura D. José) se impuso cada 10 de agosto, “...fecha en que se celebraba la fiesta de San Lorenzo gracias a las limosnas de algunos vecinos piadosos, y considerando que la Iglesia no tenía suficientes tributos y rentas para pagar las fiestas del Santo y debido a ser dudosa su continuidad por ser los devotos hombres pobres, quería asegurar y mejorar las fiestas del Santo para que nunca faltaran.”, para ello sus herederos debían de pagar anualmente dos ducados, o lo que era lo mismo 22 reales para la misa cantada, veinte reales al predicador del sermón, seis reales y dos cuartos para cubrir los gastos de  incienso y veinte reales que se gastarían  en cera. Todo ello suponía  un gasto anual de 68 reales y dos cuartos, para que todo ello  se pudiera llevar a cabo fundó un  Patronato y  lo impuso  sobre  sus bienes, fundamentalmente en 16 fanegadas de tierra que tenía en el Barranco de la Ciudad, con ocho horas de agua para su correspondiente riego.

Esta donación se hizo a perpetuidad, y en el testamento del mencionado donante y su esposa Dª Ana Xuárez de Fleytas( También fueron donadores de importantes objetos de culto) se reitera la importancia de seguir costeando los gastos de la fiesta antes que cualquier otra cosa, vemos como su deseo es que los festejos tuvieran todo lo necesario. Vemos como de nuevo se hace referencia a la extremada pobreza que padecía aquel vecindario, aunque no faltaban entre sus vecinos las grandes y poderosas familias.

Vimos como en el año 1718 Juan de Candelaria se imponía a perpetuidad la fiesta de su patrona, Nuestra Señora de Candelaria, y en el año 1772 se seguían pagando aquellos doce reales según se desprende de la venta que hace de una casa y huerto José Ponce Naranjo y su esposa María de Candelaria a José Ramírez, por la cantidad de 890 reales, de los cuales el comprador sólo tiene que pagar 290 reales porque los 600 reales restantes se quedan en su poder por:”... el principal de doce reales de tributo perpetuo anual que se paga al cura de San Lorenzo por la imposición de la Fiesta de Nuestra Señora de Candelaria.

Las salidas de las Imágenes por las calles de San Lorenzo siguieron siendo algo cotidiano a lo largo de la Calle Real, o a la denominada Callejón del Calvario, de claro significado procesional, y para ello no faltan en las cuentas de Fábrica los gastos alusivos a las andas de los diferentes santos, por ejemplo en las andas o tablero para llevar la imagen de Nuestra Señora del Rosario o la del Buen Suceso se emplearon 164 reales de plata, según se desprende de las cuentas presentadas por el mayordomo de las citadas imágenes, Melchor Rodríguez, el once de febrero del año 1783.

Si en la Ermita de Tenoya se celebraban fiestas desde tiempos inmemoriales, según se recogen en los diferentes documentos consultados, lo mismo sucedía en la Ermita de San Antonio Abad de Tamaraceite, aunque desde tiempos más recientes. Con ocasión del litigio que enfrentó al propietario de la Ermita, D. Jacinto Falcón, con el vecindario de dicho pago el año 1794, desde el Obispado se prohibió hacer fiestas en la Ermita hasta que se resolviera el problema y también se recoge la tradición de hacer “un alto en la Ermita en la llevada de San Sebastián.

Este hecho de la llevada de San Sebastián tiene que estar relacionado con la fiesta que “hacían los mozos a San Sebastián” que ya se mencionaba, como hemos visto, desde el año 1662. Evidentemente el  Santo era  llevado por los más jóvenes por los diferentes pagos de San Lorenzo, en aquel entonces  Lugarejo  de  Tamarasayte, y  en su recorrido era normal la visita a las diferentes ermitas de los alrededores. Este tipo de festividades, consistentes en sacar a sus Imágenes  a  hombros  de  los  fieles  por  los  diferentes caminos, se sigue manteniendo en diversos lugares del Archipiélago, como ejemplo sirva la tradición de la Virgen de los Reyes, en la isla del Hierro. Desgraciadamente, en la jurisdicción de San Lorenzo, se ha perdido la tradición de la llevada de San Sebastián, ojalá estos  datos  que  salen a la luz sirvan para recuperar tan interesante manifestación religioso-popular.

Continúan las bajadas de la Virgen del Pino desde Teror a la Capital, en esta ocasión es en el año 1808, para conmemorar la victoria española contra las tropas francesas, y además para pedir por la puesta en libertad del Rey D. Fernando VII, “... los santos que la acompañaban también hacían ostentación de su riqueza. Las parrillas de San Lorenzo, que vino en procesión del Lugar de este nombre, que no eran pequeñas, estaban todas forradas de perlas puestas en espiral.

En esta ocasión varios autores recogen el hecho y en otra obra se puede leer: “... Un hormiguero humano coronaba los riscos. La gente se escalonaba por el Camino Real de San Nicolás y en la placidez de las horas de la tarde apenas distinguíamos la venerada imagen de Nuestra Señora del Pino, sobre andas, en hombros de los oficiales de milicias, le seguían Santiago, Santa Brígida, San José y San Lorenzo. Llegan a la Catedral y al pie de las gradas del presbiterio se formaron tres altares, colocando en medio al Cristo de la Vera-Cruz, a la derecha las imágenes de Nª.Sª. del Pino, San Juan, San Lorenzo y Santiago; a la izquierda: San José, Santos Justo y Pastor y Santa Brígida.”

En el fatídico año 1851, concretamente con fecha 30 de julio, hubo una carta del cura de San Lorenzo, en aquel entonces desempeñaba dicha función D. Pedro Manuel Suárez, dirigida al Obispo en donde le comunicaba que se había enterado por unos vecinos de que el Alcalde del Pueblo (D. Francisco Guerra Travieso) que también era el patrono de la fundación de la fiesta de San Lorenzo, que se celebraba el día 10 de agosto, había dicho que las fiestas se iban a dejar para más adelante, por lo que el cura se quejaba. Se le contestó desde el obispado que la medida tomada por el Alcalde era la correcta debido a que en las fiestas del Santo se reunía una gran cantidad de gente y podía reproducirse el temible cólera morbo que sólo un mes antes había azotado el Lugar, por lo que era mejor atrasar la fecha de la fiesta para evitar cualquier peligro. Estaba claro que la alcaldía de San Lorenzo no descuidaba sus funciones y no hacía las cosas a lo loco, velando por su pueblo y por todo aquel que se acercara al lugar para disfrutar de la fiesta de San Lorenzo y sus emblemáticos fuegos artificiales, antes que lo lúdico y religioso primó la razón, a pesar del enfado del cura.

En el año 1877 se recaudaron, por una recolección hecha en el Pueblo, 150 pesetas para la fiesta y el novenario de San Lorenzo, y por las mismas fechas Carlota Domínguez recibe el importe por la confección de la bandera, que había hecho, para las fiestas del Patrono.

Por aquellos años el Ayuntamiento de San Lorenzo solía entregar a la Fábrica Parroquial la cantidad de veinte pesetas para ayudar en los gastos que ocasionaba la celebración de la Semana Santa, y así mismo, también contribuía con 100 pesetas para los ya tradicionales fuegos artificiales del día del Santo, además del dinero empleado por los diferentes vecinos en la variada gama de fuegos de artificio.

Con el paso de los años apenas nada cambió y la costumbre  de  los  fuegos de artificio sigue siendo uno de los principales encantos de las fiestas del Santo Oscense, al igual se ha convertido en tradición la costumbre, casi anual, de albear la Iglesia, debido fundamentalmente a los destrozos que producen las aguas del invierno, y así se invierte, parte de lo recaudado en las limosnas, en cal y en el albeo correspondiente, esta vez se hizo en el mes de agosto del año 1907, con ocasión de las Fiestas Patronales. Está claro que para las  fiestas  principales de la Parroquia todo se hacía con mucho mimo y conciencia y eso se ha mantenido hasta el presente siglo, haciendo que nuestras fiestas sean de las mejor organizadas y el mérito es de las personas que se dedican, de forma admirable, a que todo salga a las mil maravillas y es por ello que felicito, de corazón, a todos los integrantes de la Comisión de Fiestas.

Juan Francisco Santana Domínguez

Notas:
[1]  A.H.P.L.P. Juan de Vergara Renda. fs. 380r-381v. Años 1656-58. Documento muy deteriorado en parte.

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Comentarios   

+2 #6 Juan Francisco Santa 30-08-2011 21:36
¡Qué título tan hermoso! Sí que me gustaría que la aportación que he hecho a la historia de nuestro Municipio de San Lorenzo de Tamarasaite tuviera esa< fuerza que me dices. Es un sano orgullo podfer leer esas palabras que dedicas a mi trabajo y te lo agradezco de todo corazón. Mi querido amigo Tamarsaite tiene una historia que está por contar porque es muy amplia y compleja. Lo que sí te digo que sería muy hermoso recuperar nombres como el de Tamarasaite que se utilizaba,incluso, en los años iniciales del siglo XX por algunas personas, incluido algunos secretarios de nuestro Ayuntamiento de San Lorenzo. Nuestra historia se debe escribir con mayúsculas porque es algo apasionante y poco conocido, al igual que muchos aspectos de la historia de la Ciudad y de otros Municipios que están por descubrir. La historia no debe ser narraciones noveladas e interesadas y sí acompañada por documentos que contrasten y verifiquen lo que se escribe.
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+4 #5 Ramon Soto 29-08-2011 18:34
Mi estimado amigo Juan Francisco Santana:
Me has hecho rememorar y comprender porqué en aquellos años de mi infancia, cuando mi madre Juana Tejera(q.e.p.d.)en los momentos cercanos a las fiestas patronales de San Lorenzo se ponía a toda pastilla a elegir y comprar ropa nueva para toda la familia y poder estrenarla el dia del Santo Patrono.
No me cabe la menor duda que tal comportamiento se debia a la importancia que todavia en los años 50-60 aprox. se le daba a tan magno acontecimiento.
Hay que reconocerte el tremendo esfuerzo que realizas manejando tal cantidad de datos en otros tantos documentos para dejarnos un legado histórico de incalculable valor.
Así mismo nos refuerzas en los ideales que compartimos sobre la devolucion YÄ
de nuestro "ROBADO" MUNICIPÌO DE SAN LORENZO DE TAMARACEITE. Muchas Gracias y un fuerte abrazo.
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+5 #4 Juan Francisco Santa 17-08-2011 15:04
Mi queridísimo amigo Pepe Esteban. Agradecerte esas palabras que hacen que mi humilde aportación se vea enriquecida y por insuflarme ese ánimo que siempre me transmites. Simplemente soy un ser humano, lleno de defectos, que ama la verdad y la justicia y que reivindica, hasta que ya no pueda más, que se de solución a esta barbarie que se cometió con nuestro Pueblo. Un enorme abrazo.
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+5 #3 PEPE ESTEBAN 17-08-2011 08:43
Estimado amigo Juan Francisco:
Lo dicho en el primer cometario hecho por Antonio Manuel, tiene un valor inapreciable para algunos, y si es muy cierto que los LUGAREÑOS LORENZANOS nos sentimos orgullosos y estamos de enhorabuena, por tener como tenemos a un historiador como la copa de un pino, con una honestinidad y una valentia fuera de los común. ESTIMADO AMIGO JUAN FRANCISCO, NI UN PASO ATRAS, LA VERDAD, Y LA JUSTICIA, PODRAN LAS COSAS EN SU SITIO, y esos que ahora se escoden saLdrán a sacar pecho. GRACIAS MAESTRO POR SER COMO ERES, TODO UN EJEMPLO DE SACRIFICIO, HONESTIDAD Y VALENTIA.
SALUDOS PEPE ESTEBAN
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+5 #2 Juan Francisco Santa 16-08-2011 17:10
Muchísimas gracias por sus palabras y por su siempre atenta lectura. San Lorenzo es una caja de sorpresas y cada día nos regala algo nuevo para alguno de sus pagos y pueblos o para alguno de sus moradores. Un saludo y mi agradecimiento más entrañable.
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+5 #1 Antonio Manuel 15-08-2011 20:19
Gran trabajo y con una documentación abundatísima. San Lorenzo debe estar de enhorabuena y también felicitarle por su honestidad y valentia, sin esconder sus sentimientos.
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