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Nos dejó Thomas Campbell aquella frase que decía: “Vivir en los corazones que dejamos tras nosotros, eso no es morir”. Yo, de forma convencida, pienso lo mismo y también he de decir que los cementerios y los lugares de enterramiento son los sitios para que la memoria no nos deje poner en práctica, de forma injusta e ingrata, el ejercicio de la desmemoria. No podemos olvidar a los que nos han precedido y menos a los que han hecho, con sus actos, merecimientos para que se les recuerde.

En el Municipio de San Lorenzo el primer lugar de enterramiento[1], de forma evidente, fue la Iglesia Parroquial de San Lorenzo, a pesar de sus reducidas dimensiones en aquellos primeros años del siglo XVII. Su primer enterramiento, según el primer libro de difuntos, aunque no se puede descartar que antes de esas fechas se pudiera enterrar alguien en la Ermita de San Lorenzo del Lugarejo de Tamarasaite, fue en el año 1681, año en el que la ermita se convierte en iglesia parroquial. Siguieron enterrándose los vecinos de aquellos alrededores en su Ermita y posteriormente en su Iglesia, cuando se convirtió en Parroquia, hasta el año 1834, aunque también se enterraban en los campos santos que se encontraban a ambos lados del edificio parroquial.

Tendrían que pasar muchos años después de aquel primer enterramiento del año 1681 cuando el 25 de mayo de 1722, el segundo cura de la Parroquia de San Lorenzo, D. José González Travieso, con la licencia del Provisor y Vicario del Obispado D. Luís Manrique de Lara Trujillo, bendecía el camposanto que le fue pedido para sepultar “a los pobres que fallecieren por causa de no caber ya en dicha Iglesia por su cortedad, lo bendije según lo dispuesto por nuestra Santa Madre y Gracia y Ritual Romano y lo hice cercar de piedra…”. Lo fabricaron muy bien los siempre solidarios vecinos y se termina diciendo que en el mismo año se fabricó de mampuesto[2], es decir, cercado con una pared de piedra sin labrar. Su ubicación se encontraba en un lateral de la Iglesia.

Diez años después, en 1732, el Obispo D. Pedro Manuel Dávila y Cárdenas decía[3]:  “la regulación hecha en las líneas de las sepulturas, aunque justa, arreglada y moderada, se ha hallado que por la suma pobreza de los vecinos, los más se mandan a enterrar en la línea de ocho y cuatro reales, con perjuicio para la Fábrica y como también es perjuicio que los niños no paguen, es por ello que mando a moderar los precios de las sepulturas y consignar a la Capilla Mayor y sus líneas a 20 reales cada una, la primera fuera de la Capilla Mayor a 12 reales, la segunda línea a 10 reales, la tercera a 8 reales, la cuarta a 6 reales y la inmediata a la de los pobres a 4 reales y los niños si quieren enterrarlos en dichas líneas paguen la cuarta parte, excepto los pobres, que correrán con la igualdad de los adultos y lo mismo se entienda respecto de componer y ladrillar la sepultura, aquel a cuyo cargo estuviere”. Lo firmó el mencionado Obispo.

El problema generalizado de pobreza hacía que la Fábrica apenas dispusiera de dinero para afrontar las diversas necesidades y es por ello que el Obispo da una serie de normas para variar los precios a las sepulturas, haciéndolas más acordes con la realidad de aquel empobrecido vecindario.

El activo y solidario segundo cura de San Lorenzo, D. José González Travieso, bendijo el nuevo camposanto[4] el día 2 de septiembre del año 1742. El 24 de diciembre, por primera vez, se hace alusión a un enterramiento en el nuevo camposanto. Sería el otro lateral de la Iglesia y en este momento se dispondría de dos camposantos a ambos lados de la misma, según se puede apreciar en la siguiente ilustración.

Reconstrucción[5] de los campos santos a uno y a otro lado de la  ermita de San Lorenzo.


No podemos olvidar que en aquellos años del siglo XVIII sólo se disponía de la nave central de la actual iglesia parroquial. Más adelante, como veremos, irán desapareciendo los camposantos para dejar hueco a la ampliación necesaria del edificio parroquial. Como es lógico muchos restos se encontrarán debajo de estas actuales naves. Debemos imaginarnos a la Iglesia Parroquial de San Lorenzo sin las dos naves laterales en aquellos años del siglo XVII y XVIII y en su lugar los lugares de enterramiento. Para ello debemos contrastar la imagen anterior con la que podemos ver a continuación.

Los campos santos desaparecen para dar paso a las dos naves laterales. Elaboración del autor.


Del 14 al 16 de diciembre del año 1742 tuvo lugar la visita del obispo D. Juan Francisco Guillén, ordenando presentarse ante él al hijo y heredero del anterior Mayordomo, Luís Montesdoca, pues su padre, el sargento Juan de Montesdoca, había muerto. La función del Mayordomo de la Iglesia, entre otras, era ser el responsable de guardar y gestionar el dinero. Entre los gastos parroquiales estaba la cantidad de 312 reales y medio que se habían empleado en la construcción del camposanto, especificándose que se había construido en ese año. También se acordó ampliar la Iglesia pues el vecindario aumentaba día a día, dándose  la licencia para construir dos naves colaterales en los dos campos santos, o al menos una de ellas hasta que se pueda hacer la otra, “por falta de caudales”, aunque si se llevara a cabo la obra debería realizarse con el dinero de las limosnas que daba el vecindario porque la Fábrica no disponía de dinero con que afrontar dicha obra. Los vecinos, como era su costumbre, afrontan los gastos y el día 26 de julio de 1744 habían levantado la nueva nave[6]. De este documento se deduce que a ambos lados de la Iglesia se encontraban los dos camposantos, al menos hasta el año en cuestión de 1744, fecha en que se hace la nave de la izquierda, desapareciendo uno de aquellos camposantos.

Tendrían que pasar muchos años para que de nuevo aparezca la preocupación que suponía el lugar de los enterramientos. Debido a ello el día 27 de agosto de 1820 se celebró un Cabildo[7], o reunión de la Corporación Municipal, a la que se presentó el párroco D. Cristóbal Rodríguez con un Oficio del Señor Provisor en el que se le pedía que se pusiera en contacto con el Ayuntamiento Constitucional de San Lorenzo a cuyo frente se encontraba, en aquel momento, el Alcalde D. Miguel Jiménez. Se le pedía que se hiciera en el Pueblo de San Lorenzo un cementerio, según Real Orden. Ante aquel pedimento se exponía que no había fondos para hacerlo ni tampoco sitio suficiente, a causa de que los vecinos toman el agua de las fuentes, en cualquier parte y la construcción del cementerio podría interferir en la salud pública. También se hace alusión a los terrenos, que en verano sería necesario la utilización de picos y barras para abrir los sepulcros y en invierno se inundaría todo de agua. Se esgrimieron variadas razones para no llevar a cabo la construcción del cementerio.

El día 11 de febrero del año 1821 llegó al Ayuntamiento de la Capital una Real Orden, dirigida al Alcalde de Las Palmas, para que transmitiera al Ayuntamiento de San Lorenzo que se concedía el permiso para el establecimiento del cementerio en el Pueblo y así terminar con los enterramientos en las Iglesias. Debido a ello se acordó que con la mayor brevedad posible se reunieran el Párroco, el Alcalde y el Procurador Síndico para que acordaran el lugar destinado a los enterramientos. Tres días después junto a los mencionados se encontraban D. José Hernández, maestro de albañilería, y D. Tomás Ramírez, labrador, para reconocer el terreno. Señalaron el lugar, fuera del Pueblo, y el terreno más acorde para que recibiera los vientos que eran necesarios para alejar los malos olores producidos por los cuerpos en descomposición. El terreno elegido pertenecía a los herederos del Señor Deán D. Gerónimo de Roo y quedó, en aquel momento, medido y señalado[8]. Estaría situado aquel primer cementerio en los terrenos próximos a Román y pasando este lugar hacia Tamaraceite.

Los temporales eran una constante año tras año y dejaban sus señas de identidad en San Lorenzo y los alrededores y así el 30 de diciembre del año 1822 se pagaron 47 pesetas por la obra de mampostería de una de las paredes del cementerio ya que había sido derribada[9] por las lluvias torrenciales que habían caído.

El día 1 de mayo del año 1823 el Síndico Personero del Ayuntamiento de San Lorenzo, Bartolomé Suárez, exponía graves razones para la salud pública por la fábrica del cementerio en las tierras de Roo, ya que quedaban hacia el norte y los vientos llegaban al Pueblo desde esa zona, llevando consigo los olores no deseados. Otro inconveniente fue que el Ayuntamiento no disponía de dinero y es por ello que exponía que era más conveniente, debido a las razones expuestas, que se construyera el cementerio[10] en las tierras que pertenecían a la Fábrica de la Parroquia y así estaría orientado hacia el sur y frente al Pueblo y no encontrando mejor sitio se nombró un comisionado para el señalamiento, medida y amojonamiento del terreno necesario. Acompañaron al Síndico Personero del Ayuntamiento los vecinos Pedro de Armas y Bernardo Hernández.

A pesar de que la economía de aquellos años era precaria en caso todos los pueblos de la isla el Ayuntamiento de San Lorenzo, hizo un gran esfuerzo y entregó, el 19 de octubre del año 1826, una cantidad de dinero para la construcción del nuevo cementerio[11]. Desempeñaba la función de alcalde del Municipio de San Lorenzo Agustín Vicente García, vecino del pago de Los Altos.

El 28 de diciembre del año 1828 se decía, en la sesión del Ayuntamiento, que era la Iglesia[12] Parroquial el único lugar en donde se enterraba y se tenían que abrir las tumbas y volverlas a cerrar al instante pues todos los vecinos elegían las más baratas con lo que el templo “se llenaba de fetidez”. Es lógico que se abandonó aquel primer cementerio de las tierras de Roo por la acción de los vientos y también habían desaparecido los dos camposantos, de ambos lados de la Iglesia, al haberse construido las dos naves laterales por lo que de nuevo se volvió a utilizar como lugar de enterramiento el edificio de la Parroquia. Nos podemos imaginar las incomodidades de los devotos a la hora de escuchar la misa y la costumbre de taparse parte del rostro como única solución posible para evitar aquellos desagradables olores.

Por aquellos momentos la construcción del nuevo campo santo era un tema que estaba en boca de todos y debido a ello el día 22 de agosto del año 1831, en las sesiones de la Corporación Municipal, se vuelve a ver la necesidad imperiosa de construir el cementerio[13].

El día 11 de abril del año 1834, desde la Alcaldía de San Lorenzo, se dictaba una orden para que desde aquella fecha no se enterrara a los muertos de la Jurisdicción en la Iglesia sino en el sitio donde se iba a construir el cementerio. Se acordó que ante la imposibilidad de la construcción del cementerio[14], por parte de la Corporación Municipal, por no disponer de lugar ni de la cantidad económica que se precisaba se procediera dirigir un escrito a la Gobernación para que asesorara o para que se dieran soluciones para poder resolver el problema.

El 21 de junio de 1834 el párroco de San Lorenzo dirigió un escrito a la Alcaldía para que el Ayuntamiento señalara el lugar en el que se debía enterrar a los difuntos. Se le contesta desde la Corporación Municipal que debía ser el párroco el que señalara el lugar de enterramiento y que sería el Ayuntamiento el que determinara la conveniencia o no del lugar elegido. El 22 del mismo  mes el Alcalde, ordenaba que los fallecidos no se enterraran en la Iglesia Parroquial de San Lorenzo y por ello se deberían trasladar al cementerio de la Capital. En el mismo momento se acordó en el Ayuntamiento que el tan necesario cementerio se hiciera en el Llano de Hoya de Los Camellos, justo por debajo de la cordillera y a la entrada en ella, siendo el camino a seguir el que iba Barranco arriba y arrimado a la parte del cercado de D. Juan Naranjo haciéndose saber a D. Antonio Montesdeoca, el dueño del terreno, que nombre al perito para que se pueda valorar el sitio en donde será construido el cementerio y así se pueda recaudar los caudales que fueran necesarios[15] para llevar a cabo aquella tan necesaria obra.

Siendo Alcalde Real de San Lorenzo el vecino Manuel Cabrera, por acuerdo del Ayuntamiento, recogido en el acta de la sesión municipal de día 22 junio de 1834, se dirigió un oficio al cura Sebastián de Troya haciéndole saber la  prohibición de dar sepultura[16] a los difuntos en el edificio de la Parroquia de San Lorenzo ni en ninguna otra Iglesia de este distrito, según lo prevenido por el Subdelegado de Fomento de la Provincia, mientras se habilita en el Pueblo de San Lorenzo el “cimenterio que está mandado construir”. La última persona que fue enterrada en la Iglesia de San Lorenzo fue María, una niña que fue sepultada el cuatro de mayo del mencionado año.

La prohibición de los enterramientos en la Iglesia de San Lorenzo hizo que los difuntos fueran conducidos al Cimenterio de la Capital. Se informó de lo acordado al Señor Provisor y Vicario General del Obispado y también al Ilustrísimo Cabildo Eclesiástico, como patrono de esta Parroquia. El párroco Sebastián de Troya tuvo que hacer un expediente con todos los difuntos que por tal circunstancia debieron ser trasladados al Cimenterio de la Capital. Firmó el documento, el citado párroco, el día 29 de junio de 1834.

El 8 de julio de 1834 se seguía hablando en el Ayuntamiento y en todo el pueblo de San Lorenzo sobre el tema de la construcción del cementerio. Por ello se le pide al Párroco que colabore en la construcción del cementerio. Como siempre el pueblo de San Lorenzo respondió al pedimento de ayuda colaborando con sus manos, con su trabajo desinteresado y aportando dinero pues la Fábrica parroquial no disponía de fondos económicos. El Ayuntamiento colaboró limpiando el lugar para dejarlo en condiciones y no poder colaborar de otra forma para el pago de la indemnización al dueño del terreno.

Se hace alusión a las miserias de los vecinos, la mayoría de ellos jornaleros, pues apenas se les podía denominar labradores, empobrecidos por las malas cosechas de aquel año, no pudiendo aportar por ello cantidades económicas para la construcción del cementerio. Se acordó que los difuntos se enterraran en los terrenos de los herederos de D. Pablo Betancourt y no en el lugar señalado de la Hoya de los Camellos debido a las dificultades económicas que se tenían para la construcción del cementerio y se pudieran enterrar sin el vallado del terreno. El Vicario General del Obispado, el día 29 de julio de 1834, dio el beneplácito al párroco de San Lorenzo para que bendijera el  lugar que el Ayuntamiento había designado para cementerio provisional.

Se volvió a retomar el tema de la ubicación y definitivamente se opta por los terrenos de Antonio Manuel Montesdeoca, en la Hoya de los Camellos, esgrimiéndose que en ese lugar se disponía de arbolado y una acequia. El dueño de las tierras dona el sitio que se encuentra por encima de las cordilleras de la mencionada Hoya porque es de mayor tamaño, así como los 32 pesos que debía recibir como pago de las mismas. También el Barranco contiguo al lugar reunía las condiciones que se precisaban y se expresó la necesidad de construir el camino que iba al cementerio, por el Barranco arriba a dar a las toscas en las que daban las aguas del Barranco hasta llegar a las tierras del donador, aunque se podría hacer más fácil por la orilla del cercado de D. José Antonio Naranjo, que también fue Alcalde de San Lorenzo, debido a ello éste también cede la parte de sus tierras que van a servir de camino a cambio de lo que le debía a la Fábrica Parroquial por el concepto de pago a la Cofradía del Rosario[17].

El día 1 de agosto de 1834 el cura párroco de San Lorenzo, D. Sebastián de Troya, recibía un escrito del Señor D. Fernando Falcón, Gobernador, Provisor y Vicario General del Obispado con fecha de 29 de julio. El párroco contestó textualmente[18]: “Pasé al sitio señalado para cimenterio público de esta feligresía, lo bendije, quedando puesta una cruz grande de la parte superior hacía el poniente. En seguida de lo cual se principió a su cerca con pared de piedra seca, poniéndose una portada provisional hasta que se forme la obra de mampuesto, luego que se roze su pizo, cuyo sitio es el últimamente elegido por el Muy Ilustre Ayuntamiento de este Pueblo, según resulta del expediente que sobre ello he llevado y consta en el archivo de mi cargo”.

Se comenzaron las obras del cementerio pero se pararon en el mes de septiembre de 1834. En el mes de diciembre se continúan de nuevo las obras y se formaron listas con todos los vecinos, en los diferentes pagos, que pudieran aportar bestias para el transporte de los materiales así como la disponibilidad de trabajar los días festivos. Vemos que el actual Cementerio de San Lorenzo se debe, en gran medida, al trabajo y a las aportaciones de los vecinos de esta Jurisdicción.

El día 22 de enero de 1835 se le comunica al Párroco, desde la Alcaldía de San Lorenzo, que en aquel momento estaba concluido “el trozo de sitio del cementerio y está pronta la cantería, cal, materiales y demás preciso para su fábrica, faltando solamente el agua”. El Ayuntamiento comunicaba que, según un acuerdo del día 14 de julio de 1834, el agua necesaria para la obra debía correr a costa del vecindario[19]. En tal sentido el Síndico Personero manifestaba que sería más fácil para los vecinos el construir una pequeña acequia que llevara el agua los domingos y días de fiesta desde el Barranquillo del Pintor. No terminaban los problemas porque Don Juan del Río se negó a que la acequia mencionada pasara por sus tierras.

Como es habitual en todos los lugares siempre existen algunos vecinos que se disculpan  y en este caso con el pretexto de disfrutar del fuero militar se excusaron de ir con sus bestias a cargar cal, tierra y arena para la construcción del cementerio.

En aquel año 1835 visitaba San Lorenzo el Gobernador Civil y en las Salas Capitulares y, con la presencia del Alcalde Real D. Manuel Cabrera y su Corporación, dio paso a la vista de los libros municipales y a las diferentes comisiones: escuelas, arbolado, reforma de caminos y a la de la construcción del cementerio. Estando todo en orden pasó a la casa del Párroco.

El día 15 de febrero del mismo año se decía en el Cabildo, o reunión de la Corporación Municipal de San Lorenzo, que sería muy conveniente que se fuera con los entierros por la estercolera y corrales de la casa de D. Lorenzo Díaz, a pesar de que muchas veces había charcos y dificultades producidos por las aguas del invierno. Se pensaba que mejor sería utilizar el paso desde el muro de la Plaza que dividía la mencionada casa del cercado de D. Lorenzo Hernández y cuyo callejón pertenecía a la Fábrica Parroquial y así utilizarlo como camino al cementerio, pasando por la Plaza de la Parroquia[20].

El día 5 de octubre del año 1838 María del Pino Hernández, vecina del Lugar de San Lorenzo, hizo su testamento y pidió ser  enterrada en el “Simenterio” del Lugar de San Lorenzo[21]. Como se puede apreciar ya se tenía a nivel popular la conciencia de disponer de un cementerio aunque no fuera el definitivo y del que se dispone actualmente.

El cólera morbo[22] del año 1851 en el Municipio de San Lorenzo se llevó por delante a 165 personas, aunque el párroco, en la relación que se le pidió en un primer momento, se equivocó en el número de muertes, aumentando en un caso el número real de víctimas.
Tan alto número de fallecidos por la terrible epidemia hizo que se acondicionaron diferentes lugares, y en cifras se podría desglosar así:

En el Municipio de San Lorenzo el mal dio comienzo en el populoso pueblo de Tamaraceite y fueron enterradas 28 personas en el lugar denominado la Cuesta Chica.

En Tenoya fueron enterradas 56 personas afectadas por el cólera morbo en lo que se denominó Casilla de los Acostas.

En el cementerio de San Lorenzo se enterraron 54, hasta que no se pudieron enterrar más por falta de espacio, por ello se tuvo que acondicionar el Lomo de los Silos, en el mismo pueblo de San Lorenzo, en el que se enterraron 25 de los fallecidos.



En el gráfico se puede apreciar la diferencia notoria de mortalidad, debido al cólera morbo, en el período de tiempo que va desde 1849 a 1853.

En Siete Puertas se enterró una persona, y en el pago de Los Altos, en el que no falleció ningún vecino debido al cólera,  se  enterró  un  transeúnte, vecino del municipio de Artenara, que seguramente huyendo del mal llegó a este pago el día 28 de junio, muriendo el día 6 de julio de 1851.

Para que se diera el paso definitivo tuvieron que pasar unos años y así el 30 de agosto del año 1857 se acordaba, en la sesión municipal de San Lorenzo, que se pusiera en conocimiento del Gobernador Civil la existencia en el Pueblo de su cementerio y la capilla para el depósito de cadáveres[23].

El Ayuntamiento de San Lorenzo dispuso de la figura del fosero o enterrador ya desde los primeros años del siglo XIX. Se conoce el nombre de uno de aquellos primeros foseros debido a que  el día 21 de abril de 1870 se enterraba al fosero Miguel Almeida, hombre pobre, casado con María Hernández Monagas, vecinos del Pueblo de San Lorenzo.

El día 11 de marzo de 1877 se nombra una comisión para hacer la separación, en el cementerio de San Lorenzo, de aquellos que morían fuera del gremio de la Iglesia Católica. El día 6 del citado mes se eligió un sitio fuera del recinto y contiguo al mismo por la parte sur, al extremo del poniente. Se creyó que era suficiente para destinarlo a la inhumación de los “que tengan la desgracia de morir fuera del gremio de la Iglesia, sin embargo en este Pueblo no se ha dado aún un caso de esta índole”.

En el año 1884 se levantaron paredes en el cementerio pero un año después continuaban “sin vestir”, debido a ello el Obispo José Proceso Pozuelo y Herrero le dice al cura de San Lorenzo, Ramón Cirera, que las vista y plante algunos árboles[24].

El día 1 de junio de 1884 la Corporación Municipal de San Lorenzo acordaba comunicar al Párroco que suspendiera las obras de reparación que se estaban llevando a cabo en los muros del cementerio público ya que el lugar pertenecía, exclusivamente, al Municipio, no sólo por haberlo venido administrando desde su construcción sino porque también los fondos con los que se han hecho las obras procedían de prestaciones personales como ya hemos visto. Siempre fueron los vecinos los que cargaron con los gastos no sólo de la iglesia sino también de su cementerio. Por todo lo expresado las obras que fueran necesarias las debería llevar a cabo el Ayuntamiento, siempre que los fondos municipales se lo permitieran. También se comunicaba al fosero, o enterrador, que hiciera entrega, de forma inmediata, de las llaves del cementerio a la Alcaldía.

También disponemos de notas curiosas en relación a los enterramientos, como ejemplo de ello está lo ocurrido en el año 1912, momento en que se habla, en la sesión municipal, de unos hechos ocurridos en el cementerio de San Lorenzo. El hecho en cuestión era que el fosero había extraído el cadáver de un individuo que demostraba ser de reciente fecha su sepelio y se lo encontró al abrir una fosa para llevar a cabo nuevos enterramientos. Se dio la circunstancia que en mismo día apareció otro cadáver en las mismas circunstancias lo que supuso un alboroto. En este segundo caso no era cierto lo que se comentaba porque era el de un hombre de Tenoya que había muerto de hidrofobia y que había sido enterrado hacía cinco años y apareció momificado. Aquellos hechos hicieron que el fosero fuera separado de su cargo por haber sacado el cadáver y también por darse la circunstancia de ser de avanzada edad[25].

El concejal Cabrera Suárez exponía, el día 4 de diciembre de 1917, que encontrándose Tenoya, Asestadero, Casa Ayala y Lomo de San Pedro a gran distancia del Cementerio del Pueblo solicitaba que se construyera otro en Bachicao u otro sitio próximo a dichos pagos. En aquellos momentos, de forma curiosa, era el Presidente del Ayuntamiento, en ausencia del Alcalde, el tenoyero D. Julián Torón[26].

Durante los años 1924 a 1927 por cada parcela o nicho vendido por la Iglesia en su cementerio recibió la Fábrica Parroquial 30 pesetas. Como los temporales y los crudos inviernos hacían que las paredes del cementerio cediera o perdiera el encalado las reparaciones fueron también una constante y, como  muestra, en el año 1926 Santiago Guerra Santana recibió 40 pesetas por la reparación efectuada en parte de la pared del cementerio, por haberla derribado las últimas lluvias y también se pagaron 69 pesetas a Juan Betancor por la cal y el albeo del cementerio[27].

El 27 de noviembre de 1931 se hacía en el Ayuntamiento de San Lorenzo una relación de las propiedades municipales y entre las mismas se encontraba un cementerio[28] municipal. En aquella relación se dan datos de la propiedad y se decía que estaba situado en el Pueblo, en la Hoya de los Camellos y que disponía de una extensión de 1500 metros cuadrados aproximadamente. Lindaba al naciente o entrada con la Plazoleta Pública, al poniente o a la espalda y al norte o derecha con los terrenos de los herederos de D. Miguel Jiménez Falcón y al sur o a la izquierda con la servidumbre de varios vecinos. Su valor se estimaba en 1775 pesetas.

Lo que ha sucedido con el Cementerio de San Lorenzo con posterioridad a aquellos años debe abordarse en otra publicación porque no entra en los objetivos marcados al comienzo de este trabajo de investigación.

Se ha citado la idea de construir un cementerio en la finca de Bachicao y con respecto a ello hay que decir que lo único que hemos podido apreciar en ese lugar es la tumba que existe allí y que recientemente ha sido expoliada por las obras que allí se han llevado a cabo y que queda pendiente pedir responsabilidades. Un trabajo sobre dicha tumba se puede también leer en esta página web del Municipio de San Lorenzo.

Enterramiento en la hacienda de Bachicao. Foto del autor del trabajo.


En la Hacienda de Bachicao se han realizado una serie de obras que han hecho que el entorno haya ido cambiando el verde natural por el insensible cemento y el asfalto. Con respecto a dicho enterramiento hay que decir que es una rareza y que alguien importante debió ser enterrado en este lugar. En nuestra Jurisdicción fueron utilizadas para enterrar a los difuntos las ermitas de Tenoya, Tamaraceite o, como ya hemos podido leer, la Iglesia de San Lorenzo.

En el trabajo mencionado sobre Bachicao se podía leer: “Debido a todo ello la Tumba de Bachicao es una rareza que debía ser protegida y que pudiera ser apreciada por los ciudadanos que lo desearan como una muestra cultural especial e inhabitual.

La Tumba de Bachicao fue realizada en cantería de la zona, posiblemente de la Cantera de Piletas o de San Lorenzo. Sobre una base del mismo material se levantó un enterramiento, a modo de caja prismática, y todo ello coronado con una cruz. Hace dos días un amigo me ponía en conocimiento que la cruz había sido arrancada y no se encontraba en el lugar, además el enterramiento había sido abierto y justo al lado se podía contemplar los restos de una hoguera, que espero no fuera hecha con los restos que allí se encontraban.

Las teorías de quién pudiera ser la persona que allí se encuentra enterrada pudieran ser diversas. Una víctima del cólera morbo del año 1851 o bien los restos de una persona que murió muchísimo antes y allí quisieron enterrar sus restos. En este caso algún propietario poderoso. Desde aquí denuncio este expolio cultural y exijo que los responsables de este atentado paguen por el daño que han hecho. Nuestro entorno, nuestro Municipio de San Lorenzo, sufre la insensibilidad de unos responsables que no sienten lo que otras personas sentimos y sufrimos por no estar apegados a este suelo, no tienen un sentimiento de pertenencia o simplemente son insensibles ante la cultura y el patrimonio que es de todas y de todos. No se considera que este entorno sea muy rico e interesante y sólo ponen su interés en Vegueta y alrededores, aunque recientemente se ven atrocidades en aquel magnífico conjunto que es orgullo de toda persona que se precie de serlo. Hoy nos toca llorar por Bachicao
.” Desgraciadamente todo lo que nos temíamos en aquel momento se ha hecho realidad y es hora, como ya he dicho, de pedir responsabilidades a los descerebrados que han llevado a cabo tanta barbarie.

Interior de la Ermita de San Antonio Abad en la que también se enterraron algunos vecinos.

El cementerio de la Cruz del Ovejero que nunca se llevó a cabo.

En la citada relación de bienes municipales de San Lorenzo del año 1931 se encontraba un solar en la Cruz del Ovejero, que había sido donado por D. Emilio Arencibia Pérez con la condición de que se destinara a cementerio para los vecinos de Tamaraceite, Tenoya y El Toscón, reservándosele al donante una parcela para destinarla a panteón familiar. Medía 25 metros de frontis y ocupaba una extensión de 1.074 metros cuadrados. Lindaba al naciente o parte delantera con el camino público que conducía de Tenoya a San Lorenzo, al poniente o parte trasera y al norte y derecha con los terrenos del donante y al sur o izquierda con la acequia de regadío que lo separa de la carretera que va de Tamaraceite a Valleseco y Teror. Su valor se estimaba en 1.000 pesetas.

En el año 1937, en la sesión municipal de 15 de julio, se lleva a cabo un proyecto para la realización de un cementerio que sería ubicado entre Tamaraceite y Tenoya, debido a la gran distancia que existía con respecto al de San Lorenzo[29]. En concreto sería en la Cruz del Ovejero pero no se pudo llevar a cabo debido a que el vecindario de los alrededores no estaba de acuerdo con la ubicación de un cementerio en aquel lugar. Sobre este cementerio que nunca se llevó a cabo tenemos mucha más información pero será abordado en un trabajo posterior.

El cementerio de La Minilla.


El día 12 de diciembre de 1916, siendo Alcalde de San Lorenzo D. José Rivero Viera, se recibía en la Alcaldía de San Lorenzo un comunicado del Alcalde de Las Palmas de Gran Canaria solicitando que se le concediera un permiso de construcción de un cementerio, que estaría enclavado en el Municipio de San Lorenzo, concretamente en una finca denominada La Minilla, en unos terrenos pertenecientes a D. Domingo Padrón Guarello. Después de una ligera discusión, que al que escribe le resulta muy sospechosa, se acordó por unanimidad autorizar dicho pedimento para “administrar y construir en su día un cementerio con destino al vecindario del Puerto de la Luz, pudiendo ejercer libremente la Autoridad Municipal de Las Palmas y cuantas funciones puedan relacionarse con la administración, higiene y vigilancia, como así mismo ejercitar iguales funciones en las vías públicas o privadas que conduzcan o puedan conducir al proyectado cementerio”. Sólo se reservaba la Alcaldía de San Lorenzo el derecho a la imposición de multas y corrección de faltas que en las vías públicas de su Jurisdicción se dieran, debiendo el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria remitir una copia del plano de emplazamiento y dar cuenta de las vías de comunicación que se establecieran[30].


Siete días después[31] el Concejal de San Lorenzo, D. Manuel Cabrera Acosta, que vivía en Tamaraceite, concretamente en Casas de Abajo, hacía constar que no estaba conforme con el acuerdo adoptado con respecto al cementerio que se pensaba construir en La Minilla,  en concreto hacía referencia a las facultades que se le concedían a la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria. El Concejal D. Darío Moros Tejedo, que también vivía en Tamaraceite, respondía “que las atribuciones eran sólo en lo referente a la administración, vigilancia e higiene pues de ningún modo podía no debía negarse la autorización por los casos concretos a que se refiere.”


La verdad es que hay cosas que no se entienden y la primera de todas es la lejanía de este cementerio de la zona del Puerto de la Luz, teniendo muchísimos terrenos en la zona del Municipio de Las Palmas de Gran Canaria, en aquel entonces inmensos arenales, y espacios más cercanos al referido Puerto. En segundo lugar me parece muy sospechoso que hubiera sólo una “ligera discusión” según relata el Secretario Padilla, conociendo las intenciones y los continuos problemas que se tenían con la Alcaldía de la Capital. No sería nada descabellado que algunos concejales recibieran presiones y/o compensaciones, no pudiendo olvidar los gravísimos problemas económicos que se daban entre la población y también en el terreno de los débitos del erario público, haciendo muchísima presión la Hacienda sobre la Alcaldía de San Lorenzo. “Son años angustiosos para la economía[32] de San Lorenzo y debido a ello había disminuido notablemente la recaudación de los ingresos, no siendo posible normalizarlos por la absoluta carencia de recursos de este vecindario”. El vecindario no declaraba la totalidad de sus tierras y patrimonios, lo usual era que se declarara la mitad o menos y esa fue una de las razones por las cuales aparecieron tantos problemas de tipo impositivo y tuvo como consecuencia que en muchas ocasiones el Municipio pasara, al igual que otros muchos, por situaciones límites. Los vecinos pudientes se aprovecharon de aquellas circunstancias irregulares, comprando a los vecinos grandes cantidades de tierras, pagándoseles sólo por lo declarado en el Registro de la Propiedad y luego llevaban a cabo expedientes de dominio, haciéndose con multitud de terrenos a unos precios muy por debajo de su valor real[33].

Este trabajo sobre los cementerios y los otros lugares que se han utilizado como enterramientos termina en el momento en que nuestro Municipio es anexionado, de forma ilegal, por la Capital. No podemos olvidar que en el barrio de El Cardón también existe un lugar que se denominó, en su momento, Las Huesas de los Lomos de Tamaraceite, en el que fueron enterradas multitud de personas, posiblemente los muertos en una batalla entre los europeos y los defensores del cantón de Atamarasaid. También tenemos noticias de enterramientos en diferentes lugares del antiguo cantón de Atamarasaid, en el que no debemos olvidar que fue ubicada la nueva ciudad que fundaron los europeos pero esto debe ser tratado en otros trabajos. Siguen apareciendo datos sobre este tipo de cuestiones que harán que lo que acabas de leer sólo sea el inicio de una publicación de mayor amplitud.

Juan Francisco Santana Domínguez

Notas
[1]   Gran parte de este artículo se puede leer en el libro del mismo autor del presente trabajo trabajo “Los alcaldes del Municipio de San Lorenzo de Tamaraceite. Pueblos, pagos barrios y otros aspectos”. Año 2009.
[2]   A.P.S.L. Libro 1º de Difuntos,  f. 97.
[3]   A.P.S.L. Libro 1º de Fábrica, f. 46v.
[4]   A.P.S.L. Libro 1º de Difuntos, f. 131v.
[5]   Dibujo realizado por  Abdelilah El Houssaini el día 24 de junio de 2009. Mi agradecimiento por su atenta y cariñosa aportación.
[6]   A.P.S.L. Libro 1º de Fábrica, fs. 66 y ss.
[7]   Ibídem.
[8]   A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Libro de Actas. Fs. 26v.
[9]   A.P.S.L. Cuentas de Fábrica II.
[10]  A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Libro  de Actas. Año 1823. F. 67v.
[11]  A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Libro de Actas. Años 1826. F. 87v.
[12]  A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Libro de Actas. Año 1828.
[13]  A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Libro de Actas. Año 1831. F.110v.
[14]  A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Libro de Actas. Año 1834. Fs. 155v-156r.
[15]  A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Libro de Actas. Año 1834. Fs. 159r-159v.
[16]  A.P.S.L. Libro Nº 3 de Difuntos, fs. 26r-26v.
[17]  A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Libro de Actas. Año 1834.
[18]  A.P.S.L. Libro 3º de difuntos,  f. 27v.
[19]  A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Libro de Actas. Año 1835. F. 185v–186v.
[20]  A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Libro de Actas. Año 1835. F. 191v.
[21]  A.H.P.L.P. Nicolás Antonio de Troya. Nº 2.038. Fs. 279r-281r.
[22]  Ver artículo sobre el Cólera Morbo en esta misma página web. También en “Historia del Municipio de San Lorenzo de Tamaraceite: Recuperando la Memoria Histórica” Libro del mismo autor.
[23]  A.H.P.L.P. Libro Nº 3 de Actas del Ayuntamiento de San Lorenzo. Años 1853-1864.
[24]  A.P.S.L. Cuentas de Fabrica I.
[25]  A.H.P.L.P. Libro Nº 23 de Actas de Pleno del Ayuntamiento de San Lorenzo. Años 1912-1913. F. 6.
[26]  A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Elecciones. Caja 545. Años 1899-1907. Expedientes de elecciones de diputados y concejales.
[27]  A.P.S.L. Cuentas de Fábrica II.
[28]  A.H.P.L.P. Ayuntamiento de San Lorenzo. Patrimonio. Caja 588.
[29]  A.A.L.P. Libro de Actas del Ayuntamiento de San Lorenzo. Junio a Noviembre de 1937,  fs. 10v-14r.
[30]  A.H.P.L.P. Libro de Actas de San Lorenzo Nº 28,  f.1-2. 
[31]  A.H.P.L.P. Libro de Actas de San Lorenzo Nº 28. A 19/12/1916.
[32]  A.H.P.L.P. Libro de Actas Nº 28,  f. 32.  A 03/04/1917.
[33]  Testimonios orales diversos, que pidieron que no salieran reflejados sus nombres.

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Comentarios   

0 #6 Juan Francisco Santa 05-05-2012 07:13
No puedo ayudarle con absoluta seguridad pero a partir de las 10 horas me supongo que la persona que atiende ese lugar estará en el mismo. Yo he ido y lo he encontrado abierto a esa hora. Siento no poder ser más preciso. Un saludo.
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-1 #5 Antonia 04-05-2012 18:09
Porfavor, alguien puede decirme si mañana sábado que horario de apertura tiene el cementerio de San Lorenzo. Gracias
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+1 #4 Juan Francisco Santa 06-09-2011 07:54
A nuestro seguidor Antonio he de decirle que no tengo palabras para poder devolver este maravilloso trato y reconocimiento a mi trabajo. Un abrazo enorme y reiterarle mi agradecimiento.
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+1 #3 Antonio 05-09-2011 07:39
Solo quiero decir la admiración que siento por una persona que ha sabido trabajar solo contra las adversidades y darnos tanto.
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+4 #2 Juan Francisco Santa 29-07-2011 11:00
Mi queridísimo amigo. Acabo de llegar de vacaciones y de leer tu atento comentario. Te lo agradezco muchísimo y retomo el trabajo con la misma fuerza e ilusión, o si puede ser con más, por nuestro Municipio. Esta lucha es tan desigual que me da mucha más fuerza para seguir adelante denunciando a los falsos políticos y a los que sólo piensan en sus propios beneficios, además de esos esponjas que sólo hablan de los intereses de los que tienen el poder y se olvidan de que nuestros orígenes son la sal y la vida que darán a las nuevas generaciones la fuerza necesaria y el condimento para llevar adelante proyectos de mejora para nuestra Jurisdicción. El lenguaje debe ser siempre el mismo y no el que convenga. Debemos dejar desnudos a estos políticos que nos acosan y que toman posesión de un lugar que no les pertenece y que sólo miran por los intereses de la Capital y por los suyos y de refilón por los nuestros y a modo de migajas.Ya es hora que TODOS digamos BASTA. Un abrazo enorme.
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+5 #1 José Miguel 18-07-2011 07:24
Gracias nuevamente Juan Francisco, gracias por las hoars que trabajo que suponen este trabajo, que pena que nuestro pueblo no se de cuenta de nuestra realidad y como a golpe de piqueta quieren destruir un patrimonio rico y exclusivo como refleja lo ocurrido en Bachicao, animo a todos los de esta jurisdicción que a través del estudio de la historia real y no figurada como podemos comprobar en otros sitios del espacio de internet ,a valorar nuestro pasado para trazar un futuro con nuestro propio Ayuntamiento , gracias.
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